La Vía Verde liga Arousa con grandes obras de ingeniería del imperio británico

Serxio González Souto
serxio gonzález VILAGARCÍA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

MONICA IRAGO

El puente de hierro que debe restaurar la Xunta fue construido hace 122 años por una compañía que trabajó en la India y Sudáfrica

12 sep 2019 . Actualizado a las 21:05 h.

A la espera de que la Consellería de Medio Ambiente, Territorio e Vivenda comunique el lunes a los alcaldes sus planes para la Vía Verde que unirá Vilagarcía, Caldas de Reis y Portas -ya en marcha gracias a las aportaciones económicas y la tramitación de la Diputación de Pontevedra y los tres municipios- una inspección atenta del antiguo trazado ferroviario que unía la capital arousana con Pontevedra arroja más de una sorpresa al observador. Contribuyendo, además, a resaltar el valor histórico de aquella prolongación de la primera línea de tren de Galicia, que desde el 15 de septiembre de 1873 comunicó las localidades de Cornes, hoy Santiago de Compostela, y Carril. Como muestra, un botón: el puente de hierro que la Xunta se comprometió hace dos años a rehabilitar hermana el viejo camino de hierro con singulares obras de ingeniería desarrolladas en territorio del imperio británico a finales del siglo XIX.

La vinculación del ferrocarril gallego con el Reino Unido es bien conocida, gracias, entre otros factores, al decisivo papel que en su desarrollo desempeñó John Trulock, el abuelo de Camilo José Cela. Algunos de los hitos de la senda peatonal y ciclista que ahora se está construyendo en tierras de Arousa y Caldas aporta más ejemplos de esta estrecha relación. La estructura que salva el río Umia a la altura de la aldea de Paraíso, en Portas, muestra un pequeño escudo que se conserva perfectamente. Es la firma de la obra que la compañía Joseph Westwood & Co llevó a cabo en 1897, dos años antes de que fuese inaugurada la línea de ferrocarril entre Vilagarcía y Pontevedra. Estamos hablando, por lo tanto, de un puente que sigue en pie y en razonable buen estado después de 122 años.

Aunque hace años que no soporta el paso de los convoyes, y su estabilidad no es mala, queda dicho, tampoco es muy recomendable pasear sobre el viaducto, que con eso y con todo necesita una evidente puesta a punto para su integración en el trazado de la Vía Verde. Sea como fuere, ahí sigue una obra cuyo origen se enmarca en la construcción de grandes infraestructuras durante la época victoriana. Joseph Westwood es la heredera directa de Westwood, Baillie & Co, la responsable de las vigas del puente de Lansdowne, sobre el río Indo, en su día (corría el año 1887) el mayor puente de vías rígidas del planeta. También se hizo cargo de uno de los puentes giratorios que en 1879 daban servicio a los muelles reales de Londres, un emplazamiento que ahora, más de una centuria después, será objeto de un importante desarrollo urbanístico. La estación de tren de Romford, al este de Londres, conserva aún una pasarela peatonal construida por la misma empresa, que ya con su denominación definitiva trabajó en el puente de Blaine, en Sudáfrica, inaugurado en 1894.

Dos paraísos y un océano

Hay ocasiones en las que el azar tiende extraños paralelismos. El puente de hierro sirve uno de ellos. A Westwood le encargaron otro viaducto, en 1889, sobre el río Birris, en Costa Rica. El lugar en el que se construyó pertenece al Cantón de Paraíso, el mismo nombre de la aldea en la que se levanta el puente del Umia.

La estructura fue levantada en 1897, dos años antes de la inauguración de la vía a Pontevedra

Las dos fases de la senda están condicionadas por el viaducto

Las obras que esta semana comenzaron en el límite entre Vilagarcía y Caldas consisten, fundamentalmente, en la limpieza del trazado y la construcción de la plataforma sobre la que pasearán los caminantes y circularán los ciclistas. Esta primera fase, que la Diputación sufraga con 200.000 euros, y los tres concellos, con 156.186, se extenderá a ambos extremos del puente de hierro. Incluye, también, la habilitación de los cruces existentes con pistas asfaltadas, cuyo pavimentado será de hormigón y dispondrán de un sistema de pivotes que impedirá a los vehículos a motor internarse en la seda salvo en casos de emergencia.

Uno de los extremos de la Vía Verde se situará en Abelle (Vilagarcía) y el otro en la estación de Portas. Pero hay un problema. Quedará interrumpida si no se restaura el puente sobre el Umia.