Galicia y Extremadura, una historia de amor

José Ramón Alonso de la Torre
J.R. Alonso de la torre EL CALLEJÓN DEL VIENTO

VILAGARCÍA DE AROUSA

Un sondeo catalán apunta que los extremeños son los españoles más valorados por los gallegos y viceversa

17 abr 2022 . Actualizado a las 10:58 h.

Un sondeo del Institut Català Internacional per la Pau (Encuesta ICIP/EsadeEcPol 2021 sobre «Polarización y convivencia en España») apunta que los extremeños y los gallegos son los españoles que más se quieren. En el epígrafe del estudio sobre la valoración cruzada de los habitantes de cada comunidad autónoma, los resultados de la encuesta no admiten dudas: los extremeños a quienes más valoran, casi por igual, es a los gallegos (65 puntos sobre 100) y a sus vecinos andaluces. Y en Galicia, a quien más se valora sin discusión es a los extremeños (60 puntos sobre 100).

En ambas regiones, los catalanes son los menos queridos: 34 sobre 100 en Extremadura y 46 sobre 100 en Galicia. Esta animadversión resulta curiosa si tenemos en cuenta que en una y otra autonomía existe una gran emigración de extremeños y gallegos en Cataluña. En fin, cosas del Procés… Pero vamos a quedarnos con lo bueno, con ese cariño extremeño-gallego cuyas razones son muy variadas, un cariño que entusiasma a quien suscribe: media vida a caballo de ambas comunidades autónomas y, por tanto, sintiéndose muy querido.

En Vilagarcía, ese amor a lo extremeño tuvo su momento de crisis a finales de los 80, cuando un concejal extremeño fue acusado de quedarse con el dinero de una excursión infantil y un abogado extremeño controlaba la política local con displicencia y avasallamiento, al tiempo que se convertía en abogado de narcos y acababa sentenciado y encarcelado por delitos de narcotráfico. Pero en este Callejón del Viento escribimos sobre amor, no sobre desconfianza ni desprecio, y en ese punto, el cariño, la relación entre Extremadura y Galicia viene de antiguo, exactamente desde hace 800 años.

En la catedral de Santiago, se encuentra el panteón de los Reyes de Galicia. En él está enterrado el rey que reconquistó las tres ciudades principales de Extremadura: Cáceres (1229), Mérida (1230) y Badajoz (1230). Su tumba es espectacular, con una figura pétrea en relieve del monarca, que falleció justo después de sus conquistas extremeñas, en 1230, en Sarria, cuando volvía de Extremadura hacia Santiago de Compostela para agradecer al apóstol aquellas conquistas.

En la información sobre este rey, en Galicia aparece como Alfonso VIII y en Extremadura se le conoce como Alfonso IX. De hecho, hay un rey Alfonso VII de Galicia y León que reconquista la sede episcopal extremeña de Coria en 1142 y de ahí se salta a Alfonso IX. ¿Dónde queda entonces el VIII, a qué viene esta elipsis histórica tan curiosa, por qué salta la historiografía castellana y española del séptimo Alfonso al noveno?

La historiografía gallega habla de Alfonso VIII; la castellana, que es la que tiene más peso y se sigue en Extremadura, salta al noveno para evitar reyes paralelos: Alfonso VIII de Castilla, el vencedor de las Navas de Tolosa y fundador de Plasencia en 1186, es contemporáneo del Alfonso VIII de Galicia y León y Castilla no habría querido tener en España dos reyes con el mismo nombre y orden así que su historia oficial se comió un rey y santas pascuas. Galicia y Extremadura comparten, pues, este rey, primer monarca «demócrata» de la historia: la Unesco declaró en 2013 los Decreta de Alfonso VIII-IX como el primer caso documentado en la historia del parlamentarismo.

Lógicamente, con Alfonso VIII cabalgaban en sus incursiones hacia el sur nobles gallegos que luego repoblaron Extremadura. Por ejemplo, los Figueroa o los Ulloa, que se convirtieron en las familias más poderosas de Cáceres y financiaron no solo palacios, sino también edificios civiles y religiosos como el hospital de peregrinos fundado por Diego García de Ulloa, apodado El Rico. Un palacio de los Ulloa es hoy Parador de Turismo y otro de sus palacios está a punto de inaugurarse como un hotel de cinco estrellas tan lujoso que cada cliente tendrá un mayordomo particular. En cuanto a los Figueroa, uno de sus descendientes especificó en su testamento que se levantara con su herencia un convento jesuita que hoy es la Escuela Superior de Arte Dramático donde cada mañana entro a trabajar recordando que el edificio es legado de un gallego.

Hay pueblos en Extremadura como Carbajo, en la provincia de Cáceres, donde se celebra en noviembre un festival de música celta y un magosto popular muy reconocido y qué decir de Valverde del Fresno, Eljas y San Martín de Trevejo, los tres pueblos del Val do Xálima, donde sus 5.000 habitantes se comunican en a fala, un dialecto local con influencias lingüísticas del leonés antiguo, el portugués y, sobre todo, el gallego. En 2006, desde el BNG, que cogobernaba la Xunta, se dijo que a fala era galego y en Extremadura se habló de un intento de colonización, pero todo se arregló con un encuentro de políticos y jubilados de Extremadura y Galicia en un restaurante de San Martín de Trevejo, 250 kilos de mejillones llegados desde Moaña, una cena mixta, la banda de música local y una banda de gaitas.

En Galicia, la escritora María Victoria Moreno Vázquez, nacida en Extremadura, ha protagonizado un Día das Letras Galegas y el físico extremeño Tomás Batuecas protagonizó un Día da Ciencia Galega. Son, en fin, más ejemplos de una historia de amor galaico extremeña que certifican las encuestas hechas desde Cataluña.