El defensor, leyenda del Sporting, formó parte de la convocatoria en España 82
16 nov 2022 . Actualizado a las 12:09 h.Manuel Jiménez (Vilagarcía, 1956) se convirtió en el defensa central omnipresente de la época dorada del Sporting de Gijón, en la década de los ochenta. Su fiabilidad en la zaga le valió la convocatoria para el Mundial de España 82, en el que pese a colarse en la lista de José Santamaría, no llegó a debutar. Su carrera estuvo marcada por su incuestionable presencia en el once, ya que jugó más de 30 partidos en cada una de sus 13 campañas en Gijón. Además, también fue un defensa elegante: solo fue expulsado en una ocasión.
—¿Cómo fueron sus inicios con la selección?
—Mi primera vez fue en una preselección al comienzo de la temporada 1980-1981. En esos años de preparación para el Mundial de España había dos selecciones: la A y la A bis, en la que estaba yo. El entrenador era Luis Suárez, que era el segundo de Santamaría. Los dos somos gallegos y hubo buen feeling. Jugamos seis partidos en el verano del 1981. Oficialmente esos partidos no cuentan, pero en su momento nos dijeron que sí. Nos dieron la insignia de internacional.
—Y después, fue convocado para el Mundial de España 82.
—Estaba en la convocatoria, pero había un problema. Llevaron a solo dos porteros y había que meter a otro más. Sobraba un jugador. Fueron momentos de tensión en la concentración. Pertenecía a un grupo que estábamos en todas las quinielas. Al final Quique, del Atlético, sufrió una lesión y fue el descartado.
—¿Qué vestuario se encontró tras esa convocatoria?
—Había muchos de la Real Sociedad porque ganaron la liga. Éramos tres del Sporting: Joaquín, Maceda y yo. Era una buena selección, pero el juego desarrollado no salió cómo debía. El Mundial era en casa y no dimos la talla.
—Todo se torció ya desde el debut en Valencia.
—Empezamos con un empate ante Honduras y vencimos a trancas y barrancas a Yugoslavia. Si hubiéramos ganado a Irlanda habríamos pasado primeros. Pero no fue así y nos tocó un cruce peor.
—¿Tiene un sabor amargo después de quedarse sin estreno?
—Pues sí. Pensaba que iba a debutar contra Inglaterra, no nos jugábamos nada y solo quedábamos tres jugadores de campo sin jugar: Peio Uralde, Maceda y yo. Ellos participaron en ese partido. Fue duro no jugar en un Mundial. Quería salir al menos un minuto para que figurara en mi historial que lo disputé.
—Y después, ya no volvió.
—Hubo muchos jugadores que dejaron de ir con la selección. Mi compañero Joaquín estuvo años sin acudir y luego volvió. Yo tenía 25 años, siempre tuve ilusión por volver porque era relativamente joven.
—Volvamos al inicio. ¿Cómo se fraguó su llegada al Sporting?
—Jugaba en el Arousa con Claudio Silva. Éramos juveniles. Nuestro entrenador era José Luis Viesca que era asturiano y tenía muy buena relación con el Sporting. Les habló bien de nosotros. Vinieron a vernos y acabaron fichándonos.
—Y su debut fue en Galicia.
—No estaba citado en la presentación del equipo, pero el Sporting estaba sin centrales y me llamaron para la concentración. Me encontraba en Vilagarcía de vacaciones. Debuté contra el West Bromwich Albion en Riazor, jugábamos el trofeo Teresa Herrera. La final fue contra el Real Madrid.
—¿Qué sintió en ese momento?
—Para mí fue una especie de reválida, debuté en mi tierra con mi gente. Perdimos ese partido y tuve que marcar a Santillana.
—Debió defender a varios de los mejores de la historia.
—Había muchos y muy buenos: Cruyff en su última etapa en el Levante, Morena, Kempes, Maradona, Quini...
—Quini fue su compañero y después un duro rival.
—Todos los que tuvimos la suerte de conocerlo sabemos cómo era. Antes del partido había bromas, pero cuando juegas no te acuerdas.
—¿Tanto ha cambiado su oficio en el fútbol?
—Sí, varió muchísimo. En mi época se jugaba de defensa libre o de marcador. Jugué mucho en ambas posiciones. También de lateral y de mediocentro. Hasta de portero. Se lesionó Ablanedo contra el Cádiz y jugué diez minutos. ¡Y terminé imbatido!
—Usted destacó por no perderse casi duelos. ¿Tiene algún secreto?
—No lo sé. Lo único que se me ocurre es que jugué mucho a baloncesto en Vilagarcía. Empecé con nueve años y lo estuve compaginando hasta juveniles con el fútbol. Jugaba al basket por la mañana y a fútbol por la tarde, hasta que me decidí por el balompié.
—Y solo vio la cartulina roja en una ocasión.
—Considero que fue injusto. Sacaron la norma del último hombre. Hice una falta que no era, y fui expulsado contra el Atlético en mi último año en el Sporting.