Se encierra en una tienda de telefonía de Vilagarcía tras casi cincuenta días esperando por su teléfono
VILAGARCÍA DE AROUSA
El terminal que compró en noviembre no funcionaba y prometieron cambiárselo, pero el aparato no acaba de llegar y «la única solución que me dan es abrir incidencias»; la intervención de la policía evitó que pasase la noche en la tienda
08 ene 2025 . Actualizado a las 22:00 h.«No se puede quedar ahí». Las trabajadoras de una tienda de telefonía móvil de Vilagarcía murmuraban mientras miraban con insistencia al interior del local. Eran las 20.20 horas de este miércoles, así que pasaban ya veinte minutos de la hora de cierre. Pero dentro del establecimiento permanecía un hombre. Se llama Ramón Reirís y llevaba desde las cinco de la tarde pidiendo que le solucionasen un problema que planteó por primera vez el 22 de noviembre. Reirís no pudo cumplir su amenaza de pasar la noche en el establecimiento: la Policía Local acudió a la llamada de las trabajadoras y lo conminó a dejar el local por las buenas. Y él, que se define como un tipo pacífico y al que no le gustan los líos, accedió, no sin antes detallar las razones de su enfado.
«Compré un teléfono el 22 de noviembre. El lunes 25, a las nueve de la mañana, vine a cambiarlo porque lo había tenido cargando, pero en el momento en el que lo desenchufaba se le agotaba la batería. Vine, lo entregué y me dijeron que en unos días me lo solucionaban», comienza su historia. Tardaron en darle la solución. «Hasta el 12 de diciembre no me entregaron el teléfono nuevo», relata, pero se tomó la espera con calma. La paciencia, sin embargo, se le empezó a agotar cuando al llegar a casa con el nuevo aparato se dio cuenta de que tampoco funcionaba. «Le pasaba lo mismo, no cargaba». Así que vuelta a empezar: «El lunes 16 volví a traer el teléfono. Les dije que se lo quedasen, llamé a la compañía y me dijeron que abrían una incidencia y que en un par de días el asunto estaba solucionado. Y hoy, 8 de enero, sigo sin una solución». En las últimas semanas ha realizado numerosas llamadas, ha visitado la tienda una y otra vez, «pero lo único que dicen es que abren incidencias. Yo no quiero que abran más incidencias, quiero que me den el teléfono». Un teléfono que, para colmo, «estoy pagando al final de cada mes, sin haberlo estrenado. Pero si dejo de pagarlo, me dice la compañía que me penaliza».
Reirís, que ha encontrado en Movistar su particular castillo de Kafka, no acaba de entender que la solución a un problema como el que plantea, que parece sencillo, no pare de toparse con todo tipo de muros y obstáculos. «Me dicen que hay un terminal del mismo modelo en una tienda de Sanxenxo. Pero si no dan el ok para que puedan mandarlo para aquí, nada. Y mientras, yo sigo sin el teléfono», explica.