Regístrate gratis y recibe en tu correo las principales noticias del día

Loli Vidal, la costurera que viste a novias, invitadas y a las cantantes de las orquestas gallegas

r. e. VILAGARCÍA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

MARTINA MISER

Trabaja «17 horas ao día» atendiendo todo tipo de encargos; esta temporada toca hacer los vestidos para orquestas gallegas

15 mar 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Los rollos de tela lo llenan todo: escalan por las paredes y crecen desde el suelo de Telas Tule, el negocio que Loli Vidal regenta en Vilagarcía desde hace tantos años que ya se ha ganado ser un clásico, una referencia inexcusable. El local está lleno de tejidos de tonos sobrios y de otros de colores alegres; unos gruesos para tapar del frío, otros ligeros para ayudar a sobrellevar los calores del verano. Los hay fuertes y los hay, también, extraordinariamente delicados... Con esa gran variedad de materia prima, Loli elabora, en la parte de atrás del almacén, ropa a medida. Se le puede encargar cualquier cosa: si dispone de tiempo y encaja en su abigarrada agenda, ella y su compañera lo harán.

Hasta hace unos días, las agujas, las máquinas y el ingenio de esta modista estaba al servicio del Entroido: comparsas, grupos de amigos y familias con niños en edad escolar recurren cada año a su habilidad para coser los trajes con los que coquetearán con Don Carnal en fiestas y desfiles. Ahora, mientras no comienza la temporada fuerte de las bodas, bautizos y comuniones, Loli tiene otro frente que atender. «Estou facendo a roupa para algunhas orquestras», dice. Y muestra la tela elástica y difícil de coser con la que elaborará las piezas que lucirán las cantantes de esos grupos que animarán las verbenas gallegas durante el verano. «Traballamos para varias. New York, París de Noia, e para a Panorama...». Casi nada.

En cuanto el calendario avance un poco más, llegará la temporada fuerte: los eventos. «Eu moitas noivas non fago. E cando as fago, non son noivas pomposas», aclara. También viste a los novios y, sobre todo, a las invitadas: tiene casi una treintena de vestidos comprometidos para la temporada que se avecina. Cada uno de ellos es una pieza única para la que debe tomar medidas, diseñar, elegir telas, cortar y buscar soluciones si surgen problemas inesperados.

En el taller de Loli cosen ella y una compañera. Y hay aún dos personas más que acuden para hacer arreglos, porque la demanda de todo tipo de pequeños ajustes también se nota en este establecimiento. «Ao redor nosa, hai varios negocios máis», señala la modista. Ella reconoce que lo suyo es vocación: solo un profundo amor por su trabajo puede explicar las maratonianas sesiones de costura a las que se somete. «Levo corenta anos cosendo; e facendo dous días nun, porque teño traballado 17 horas», cuenta.

No es de extrañar, por tanto, que Loli asegure que el suyo es un oficio «moi sacrificado», en el que pesa el efecto Penélope: «Podes pasar toda unha noite cosendo un vestido e pola mañá, despois de facer a proba, ter que volver descoselo todo», relata. Así que, aunque ella disfruta con la puerta cerrada, la televisión encendida y la tela entre las manos, asegura que «se tivera unha filla, por nada do mundo a deixaba ser modista».