Detrás del gran espectáculo

MAITE MOSQUERA RIBEIRA

BARBANZA

C. QUEIJEIRO

En la trastienda del Gran Circo Italiano viven ochenta personas de distintas nacionalidades que recorren países de todo el mundo Entre el significado que los romanos dieron en su origen a la palabra circo y el que hoy conocemos, han pasado siglos de historia. El espectáculo se transformó con el tiempo y nada tiene que ver ya con lo que fue entonces. Las carreras de caballos y las escenas sangrientas se convirtieron en paseos de elefantes africanos y actuaciones de payasos con zapatos de medio metro.

23 ago 2000 . Actualizado a las 07:00 h.

Todo esto y mucho más conforma la oferta del Gran Circo Italiano que está estos días en Ribeira, otro espectáculo llegado también de tierras mediterráneas pero con una forma muy diferente de entretener y divertir al público. Los ochenta trabajadores del Gran Circo Italiano llegaron a Santa Uxía de Ribeira el lunes por la tarde y en la mañana del martes ultimaban los preparativos para saltar a escena a las ocho de la tarde. Después de dos días aquí -hoy es el tercero- realizarán sus últimos pases esta tarde -el primero a las ocho y el segundo a partir de las diez-. Mañana temprano tendrán que empezar a encartar la lona de nuevo para proseguir con sus últimas actuaciones en nuestra comunidad. El Gran Circo es propiedad de once hermanos italianos que forman la cuarta generación familiar al frente de este espectáculo ambulante. Con el han estado recorriendo ya lugares como Australia o Madagascar. Para su espectáculo cuentan con la ayuda de unos colaboradores muy especiales. Se trata de los elefantes, jirafas, hipopótamos, guamacos, dromedarios, cebras, avestruces, monos y otros muchos animales exóticos que llevan parte del peso de la representación. Sus cuidadores se dirigen a todos ellos en alemán, la lengua que mejor comprenden por tener sílabas cortas y de fuerte pronunciación. La mayoría de ellos nacen en el propio recinto por lo que sus propietarios casi no han tenido que adquirir ninguno en los últimos años. El circo cuenta también con dos escuelas -y otros tantos profesores- en las que estudian y se forman un total de 24 chicos a los que han dado vacaciones ahora en verano. El aforo que han instalado en Ribeira ronda las mil quinientas plazas, aunque en lugares más grandes puede llegar a las cinco mil. Cubrir el máximo posible de ellas es más que necesario para afrontar todos los gastos necesarios. Estos no son pocos: manutención de los animales, instalación eléctrica -necesitan doscientos mil vatios de energía-, transportes y ochenta personas que viven haciendo sonreír a la gente.