Porcelana con raigambre noiesa

SARA ARES Corresponsal NOIA.

BARBANZA

En 1957 un vecino de Noia abrió en Madrid un pequeño taller que, años más tarde, se convertiría en la prestigiosa firma Capeáns La familia de José González Capeáns trasladó su residencia de Noia a la urbe de Vigo cuando el empresario contaba sólo tres «primaveras». Este aventajado alumno de Dibujo, asignatura en la que obtenía sobresalientes, inició su singladura en el mundo de la porcelana a los quince años en la ciudad del Lérez y de la mano del grupo empresarial Álvarez, donde se formó como diseñador y decorador a mano. En 1955, aterrizó en Madrid y, dos años más tarde, fundó la compañía Capeáns, concebida inicialmente como un pequeño taller, que se convertiría con el paso del tiempo en una sociedad sinónimo de calidad y prestigio.

06 abr 2002 . Actualizado a las 07:00 h.

Madrid le abrió las puertas en un momento -mediados de la década de los cincuenta- en el que empezar de cero en Galicia era poco menos que un suicidio. El noiés José González agradece de mil amores el cobijo de la capital, a la que define como un elemento imprescindible sin el que quizás no habría llegado a la cima. Probablemente, tampoco Capeáns sería lo que es hoy en día sin la formación adquirida por su fundador durante una década en el seno del grupo empresarial Álvarez, donde entró cuando los pantalones cortos ocupaban aún un lugar destacado en su fondo de armario. En sus inicios en la urbe madrileña, el taller del protagonista de este reportaje nutre de vajillas, juegos de café y otras piezas de menaje al complejo Galerías Preciados. En esa etapa, ganó muchos puntos de ventaja respecto a sus competidores, cuando fue requerido por su dominio de la técnica del esmalte rojo, para pintar a mano la vajilla que se utilizó en la ceremonia de la puesta de largo de la nieta del afamado financiero mallorquín Juan March. Progresivamente, su cartera de clientes fue engordando con encargos, entre otras muchas entidades y empresas, de la red de Paradores Nacionales de Turismo. Curiosamente, su fábrica madrileña fue, en 1986, la primera de la península Ibérica en implantar una máquina isostática para la fabricación de platos, a la que se añadieron después otros tantos sistemas de tecnología avanzada. Los artículos con el sello Capeáns se abrieron hueco, también, en el mercado internacional, en naciones como Estados Unidos y Francia. No obstante, es con Italia con la que mantienen en la actualidad las transacciones más constantes. Hoy en día, el 50% de la producción tiene como destinatarios los establecimientos hosteleros, mientras que la mitad restante va a parar al hogar. Entre los proyectos futuros de Capeáns, figura la fundación de un museo, de ahí que en los últimos años se hayan dedicado a recuperar las piezas más antiguas, por las que les piden a veces cifras astronómicas.