Cuando se habla de Carnota desde el punto de vista artístico, se anotan ya tópicamente su hórreo y su pombal, y pocos detienen la atención, la pluma y los elogios en el magnífico templo de Santa Columba, del que esta ventana de Piedras Ilustres ofrece hoy el capitel de una de sus robustas columnas empotradas y exteriores. Trato con el dibujo de dar medida de su valor e importancia arquitectónica. El edificio actual alzado en 1755 sustituyendo al primitivo románico, muestra a las claras perfil clásico barroco, aunque el campanario sea más actual. Nadie duda de los valores que atesoran el citado hórreo, construido en 1768 y completado en 1783, como se lee en las piedras, y el palomar, no sólo por sus dones constructivos sino por los vernáculos. Altísima riqueza Pero el templo parroquial que con hórreo, casa rectoral y palomar forman una unidad y estampa singularísima, tiene una altísima riqueza que pocos, como anotamos, señalan en las crónicas. Singularidad que se incrementa desde la perspectiva de tener en su interior, como retablo mayor, una obra salida de las manos famosas del escultor Ferreiro. Claro que aún encarece más todos estos bienes recordar que ya el Padre Sarmiento, tras su famoso viaje por Galicia, anota la existencia en el paisaje carnotán, de plurales hierbas medicinales que crecen por las noches y que dicen favorecen la fecundación de animales y personas. Por eso solían ir a sus orillas los que buscaban sucesión. La hierba empreñadeira era infalible. Seguro que los estériles pacían en los prados como las vacas. Valía la pena si al cabo de los nueve meses nacía un sucesor. También por San Andrés de Teixido crecían estas hierbas milagrosas. Lo cuenta el mismo Padre Sarmiento y a él me remito. En el coro se lee que la iglesia se remató en 1825. La parroquia fue jurisdicción del conde de Altamira. En la casa parroquial hay una heráldica con los blasones de los Caamaño y Fonseca.