«Me veían rara cuando entraba con los albañiles en un bar»

Abdón Dorca RIBEIRA

BARBANZA

La madrileña rompió moldes cuando, en 1976, abrió un despacho en Boiro y, rehuyendo de los cánones, comenzó a diseñar viviendas a la medida de cada cliente

22 feb 2003 . Actualizado a las 06:00 h.

María Luisa García Gil es pionera por partida doble en el panorama arquitectónico barbanzano. Primero, por quebrar la costumbre de que cada nueva morada estuviese cortada por el mismo patrón. Segundo, por transformar viejas viviendas en casas de turismo rural, de la que fue pionera en la provincia. Y todo eso viniendo de Madrid a una tierra ignota. -Porque me casé con un gallego de Taragoña. Él estaba estudiando en Madrid y allí nos conocimos. Llegué recién terminada la carrera, en 1976, y puse un estudio en Boiro. El primero que hubo en un pueblo de por aquí. -Descríbame el Boiro de aquellos tiempos. -Era un pueblo de carretera y estaba empezando a crecer. Bueno, la travesía era más bien un camino mal asfaltado. Todas las casas eran iguales y la gente conocía la figura del aparejador, pero no la del arquitecto. Para ellos era como un ente borroso. Así que me empeñé en acabar con los proyectos fotocopiados. Empecé a hacer casas a la medida de cada cual. Distintas. Que no fueran rígidas. -O sea que usted supuso un soplo de aire fresco en la construcción de la villa. -Se podría decir que, en aquellos tiempos, fui la arquitecta de cabecera de casi todos los boirenses. -¿No resultaba algo extraña la figura de una mujer arquitecta? -Era como un perro verde. Me veían rara cuando entraba con los albañiles en un bar para tomar café. Y ya no te quiero ni contar cuando iba hasta una obra para inspeccionarla. -Usted fue también pionera en rehabilitar viviendas para convertirlas en casas de turismo rural. -Sí. La restauración del patrimonio fue siempre un referente en mi vida. De hecho, creo que hice la primera casa de turismo rural de la provincia. Fue la Posta do Valmaior, en Cespón. Sus dueños querían tirar la casa y hacer un hotelito. Yo les convencí de los contrario. -¿A qué viene su apego por lo tradicional? -Me eduqué en un colegio francés. De hecho compartía clase con Loyola de Palacio (risas). Con lo que mi manera de ver las cosas es muy francesa. -Cíteme construcciones de la comarca de las que se sienta orgullosa. -Hay muchas. Por ejemplo, las casas del mar de Aguiño y de Palmeira. -Además, es responsable de que el Cuartel Vello de Rianxo siga en pie. -Sí. El Ayuntamiento pretendía tirarlo para hacer un sitio para bailes. A mí me habían encargado recomponer la plaza y me dijeron: «¿qué facemos?». Y yo propuse utilizar el cuartel como un pequeño instituto. Lo que sí fue tremendo es la pérdida del edificio Colón.- ¿Cómo ve Boiro ahora? -Es el pueblo de la comarca que mejor ha crecido (de lo cual algo me toca). De hecho, es la única villa que tiene una zona verde de nueva creación en medio del casco urbano. -Peatonalizar las calles, ¿sí o no? -Sí, si se hace bien. Es calidad de vida. Pero primero tienes que pensar por dónde vas a llevar los coches.