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Las pintas se quedan sin rabo

Xoán Ramón Alvite Alvite
X. R. Alvite CORRESPONSAL | MAZARICOS

BARBANZA

ALVITE

Reportaje | Nueva práctica ganadera Propietarios de explotaciones del municipio de Mazaricos han decidido cortar la cola a sus vacas para disminuir el riesgo de enfermedades en los pezones del animal

07 ene 2005 . Actualizado a las 06:00 h.

Que la ganadería lechera de la comarca ha experimentado un vuelco impresionante en los últimos años es algo que a estas alturas ya no se le escapa a nadie. La calidad genética de los animales ha crecido sustancialmente y las técnicas empleadas en su manejo son cada día más complejas. Casi todo vale si con ello se consigue hacer del animal lo más rentable posible. Ello ha llevado a que la mayoría de las granjas punteras de la comarca ya ni siquiera dejen que sus vacas pasten. Elaboran mecánicamente una única ración alimenticia con todos los nutrientes que necesita el animal en función de su producción, obligándolo a permanecer en el establo durante los meses en que se encuentre en fase de lactación. Pero esto no es nada en comparación con la última moda que ha llegado ya a muchas explotaciones y que no es otra que la de cortarle el rabo a todos los animales. Si bien es cierto que hasta el momento las vacas sin cola son las menos, es probable que, al igual que sucedió con los cuernos, esta operación se extienda rápidamente. Al parecer, con la caudotomía, que así se llama técnicamente esta operación, se persigue una mayor limpieza de la ubre del animal y una disminución del riesgo de aparición de enfermedades en los pezones. Esta amputación de la cola también se está extendiendo a los terneros, principalmente a aquellos que se crían en cebaderos industriales y que normalmente comparten poco espacio. En este caso, los ganaderos evitan las posibles infecciones que se pudieran producir al pisar unos animales las puntas de las colas de los demás. La técnica usada por los ganaderos para amputar este miembro es realmente sencilla y supuestamente indolora para el animal. Consiste, simplemente, en introducir la cola en un pequeño aro de goma que se abre mediante una tenaza y que posteriormente se aprieta lo suficiente como para impedir el paso de la sangre. Es la ausencia de riego sanguíneo la que hace que, en aproximadamente un par de semanas, el rabo se desprenda. Los titulares de explotaciones que han llevado a cabo esta práctica con sus animales coinciden en que las mejoras sanitarias son grandes y que la salud de las vacas mejora. En cuanto a los insectos, en teoría los grandes beneficiados por esta operación, ya no son problema para estos apacibles rumiantes. Mediante el uso de productos químicos se consigue mantenerlos alejados de los establos y así no sacan de quicio a los mamíferos mientras pastan tranquilamente en las cuadras. Pero el de los rabos es un asunto baladí. Dentro del prototipo racial aprobado por la Confederación Nacional de Frisona Española aparece textualmente que «la vaca frisona debe tener una cola nacida en línea de prolongación del sacro, acodada a nivel de los isquiones, larga, fina y terminada en un borlón de pelo blanco». Este hecho supone que algunos ganaderos, principalmente en Canadá y Estados Unidos, que han optado por esta práctica y que acuden con sus animales a concursos morfológicos tengan que suplir esta falta nada menos que por unas prótesis que simulan el rabo original.