DESDE FUERA | O |
13 ene 2005 . Actualizado a las 06:00 h.CUANDO HABLAMOS de una persona desde la ignorancia y el desconocimiento es fácil caer en el juicio rápido y la sentencia injusta. Y eso es lo que ocurre estos días acerca de Ramona Maneiro. O puede que a algunos les moleste que sea portada de todos los periódicos e imagen repetida en los telediarios, al margen de otros programas, un vecina de la comarca. Son los que auxiliándose en los hechos que ha dado a conocer, se quedan con los defectos que toda persona tiene y no ven la valentía, honradez y generosidad de esta mujer. La acusan de cobrar, y yo la critico por no hacerlo, después de haberle regalado su primer gran éxito al nuevo programa de Ana Rosa Quintana (dobló en audiencia la entrevista que María Teresa Campos le hizo a Rocío Jurado). Ramona propició lo que Sampedro quería. Ni más ni menos. Él se marchó de la casa de sus familiares porque ellos no accedían a sus deseos y por la imposibilidad de utilizar otro método. Aunque puedo entender su dolor, llamarla a ella asesina es también reconocer su fracaso -por la falta de medios y la ignorancia- de no haberle infundido a Ramón en 30 años la más mínima ilusión de vivir. Me alegro de que se siga hablando del asunto, que es lo que él quería, y espero que a ella no se le vaya de las manos todo esto.