Unas 40 mujeres de O Pindo, Muros y Lira se dedican a la recogida del bivalvo
12 oct 2010 . Actualizado a las 02:00 h.La lapa es un molusco que abunda en las piedras de las costas gallegas. Sin embargo, este marisco nunca fue bien visto por el público de la comunidad y así como nacía, languidecía en las rocas. Es el pariente pobre de la ostra y la indiferencia lo hacía pasar desapercibido. Sin embargo, en otras regiones es muy solicitado y los compradores pusieron sus ojos en Galicia para llevarlo a lugares tan dispares como Madrid, la costa mediterránea o Canarias, donde tiene un alto reconocimiento y es muy demandado.
Las autoridades de las islas Canarias incluso tuvieron que prohibir su recogida para evitar su desaparición. Un plato de lapas al horno con mojo es un lujo en algunas zonas turísticas de renombre.
La crisis, la caída de las ventas y de los pecios provocaron que los ingresos de los numerosos mariscadores gallegos descendiesen en algunas zonas de formas vertiginosa. Los productores de O Pindo, Lira y Muros solicitaron planes de explotación para este recurso con la intención de arrimar unos euros más a sus devaluadas economías.
La semana pasada, alrededor de 40 mujeres con permiso de explotación para este molusco comenzaron una campaña en la que la mayor parte de la producción va a parar a otras regiones. Trabajan bajo pedido y normalmente cada día de actividad ya saben lo que deben recoger.
Tope diario
En Lira son cinco mujeres las que se dedican a esta actividad. Tienen un tope diario de diez kilos y el precio está fijado de antemano con el intermediario en 2 euros el kilogramo.
Hace unos años, las mariscadoras de O Pindo se apuntaron a la recogida de este marisco. Por ahora, y según afirman desde la cofradía de la localidad, no les va nada mal pues es un buen complemento a las otras actividades. Cuentan también con un tope de diez kilos, pero la empresa que les lleva toda la producción les paga 2,2 euros por cada kilogramo.
Los profesionales que se dedican a esta actividad en esta parroquia carnotana están bastante contentos con el trabajo porque no es nada arriesgado y, además, «non lles dá tanto traballo coller lapa coma o percebe, moito máis perigoso, aínda que non deixe tantos cartos coma o crustáceo», dicen.