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Las traviesas de tren sucumbieron al peso de los transeúntes

j. m. sande RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

El deterioro de la zona peatonal ha llegado a tal extremo que caminar por ella es una actividad de riesgo

13 dic 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

El aprovechamiento de elementos reciclados, aún tratándose de materiales nobles, no siempre es la mejor solución para habilitar un espacio público. Por atractivo y novedoso que pueda resultar utilizarlos con fines ornamentales, se corre el riesgo de que el desenlace sea distinto al pretendido. Eso fue lo que sucedió con el material empleado en la construcción del paseo marítimo de Esteiro: viejas traviesas de roble retiradas de las vías del tren.

Hace unos treinta años que se aprobó el proyecto de rehabilitación y aprovechamiento urbano de la margen izquierda del río Mayor y del borde del arenal de Parameán. La obra se acometió en dos fases, aunque el paseo marítimo no llegó a realizarse tal y como fue concebido. El plan urbanístico, ideado muy lejos de Esteiro, nunca gozó de gran aceptación popular, aunque tanto los responsables municipales como los vecinos dieron por buena una actuación en un lugar en el que las Administraciones públicas nunca habían intervenido.

Obtener el material de obra para cubrir el trazado, robustas traviesas de roble, retiradas de vías férreas, no fue fácil y una vez empezó a visualizarse la superficie de tránsito peatonal empezaron las protestas. La irregularidad de la superficie impedía caminar con seguridad. Pese a la constatación de las dificultades, la obra se concluyó según lo programado, pues aunque desde el Concello se intentaron variar los materiales, los directores de obra y los mentores del proyecto no lo permitieron.

El deterioro paulatino de las traviesas incrementó los problemas, sin que se corrigiesen las deficiencias y se restaurasen los desperfectos. A veces los propios usuarios tapaban con tablas los socavones que aparecían. Finalmente se logró que en la alameda, la zona más utilizada, se sustituyesen las viejas traviesas por tablones de pino.

Con el paso de los años las deficiencias han ido en aumento y puede decirse que, ahora, caminar por el paseo es una actividad de riesgo. En algunos puntos ceden las bases de sujeción, en otras abundan los socavones y también está carcomida tanto la madera del paseo como de los bancos. Para reclamar el arreglo, los vecinos han emprendido una campaña de recogida de firmas.

Sin suelo bajo los pies. Muchos tablones de madera están hundidos y los vecinos pueden meter la pierna por el agujero hasta la rodilla. fotos sande

Cierre preventivo. Dada la peligrosidad del trazado, el Concello se ha visto obligado a cerrar un tramo de la senda peatonal de la localidad.

Bancos inservibles. A los bancos, cuya estructura está oxidada, también les faltan elementos de madera, por lo que no sirven para sentarse.

Directo al mar. Si algún despistado pisa esta tabla puede acabar cayéndose directamente al mar, ya que el deterioro es más que evidente.

Una senda sin acabar. El paseo nunca llegó a terminarse, como se aprecia en este tramo que discurre frente a la playa de Parameán.

Mucha hierba. Además de los importantes desperfectos, la maleza abunda en las zonas que están destinadas al tránsito peatonal.