Julio Buiturón participa en carreras con vehículos de dos ruedas que se encarga de reconstruir
29 ene 2016 . Actualizado a las 07:33 h.Sin necesidad de poderes sobrenaturales, Julio Buiturón (Boiro, 1979) revivió con sus propias manos decenas de motocicletas clásicas. Lo hace pieza a pieza, con una delicadeza milimétrica que le permite recuperar del olvido, y de la chatarra, ciclomotores que están considerados por los expertos como auténticas obras de arte. Lo hace de noche, cuando todo se para y el silencio invade por completo su taller. Es en ese momento cuando da rienda suelta a su pasión.
«Comecei a interesarme polas motos cando tiña 12 anos, vin aquelas dúas rodas e ese motor e quedei coa boca aberta», afirma entre risas. El boirense confiesa que comenzó a conducirlas cuando todavía era un niño. El viento en el rostro y esa sensación de libertad le encantaban. Un mundo nuevo se abrió ante sus pies: «Na casa sempre houbo motos. Non era como agora, daquela usábanse para ir traballar, non para competir. Dende sempre, xa de neno é algo que me acompaña».
Reconstruyó su primera moto cuando solo tenía 16 años: «Recordo que foi unha Montesa H6, levoume moitísimo traballo rematala, pero conseguín poñela en marcha. A partir daquela, todo ferro me atopaba paraba no meu quirófano». Con cuatro chasis y cuatro motores consiguió crear un sinfín de modelos diferentes: «Tiña esas pezas e a partir de aí pasábame días enteiros cambiándolle cousas, perfeccionándoas».
Las noches se convirtieron en su refugio. Incluso ahora, cuando termina la jornada en su taller, aprovecha esa tranquilidad para seguir perfeccionando y aumentando su colección. En un reservado del local tiene perfectamente colocadas once obras de arte: «Cando pecho o taller quedo dúas ou tres horas traballando».
La primera reliquia
Su primera motocicleta de carreras fue una Ducati, conocida como la 24 horas. Confiesa que no fue sencillo recuperarla: «Se queres estar adiante nas competicións tes que meterlle moitas horas. Atópaste bastantes casos no que hai pezas que xa non existen e telas que facer ti mesmo a man. Hai que transformar os motores antigos con pezas novas, non é cuestión de horas». Tardó cerca de dos meses en terminarla: «Tiña tanto entusiasmo por rematala que cheguei a botarlle practicamente as 24 horas do día». Su único objetivo en aquel momento era el de participar en la carrera que se celebra cada año en el municipio leonés de La Bañeza, donde se encuentra el circuito más antiguo de la historia de España. Consiguió llegar a tiempo y desde aquel instante intenta volver a competir en este histórica cita cada año.
Actualmente está trabajando para recuperar una Drech, motocicleta francesa que se construyó en 1927. Se lo toma con calma, ya que estima que le llevará cerca de 500 horas terminarla, unos 160 días. La consiguió de casualidad, un vecino se la trajo desde Francia pero nunca fue capaz de conseguir las piezas para ponerla en marcha.
Un sueño
Cientos de motos han pasado por sus manos, aunque confiesa que hay una que se le escapa. Es la célebre Indian Scout: «Foi a primeira da historia, gustaríame ter unha, aínda que sei que é moi complicado, quedan moi poucas á venda». Mientras espera la oportunidad de hacerse con ella, seguirá trabajando cada noche «de luns a sábado» en su colección, a la cual no logra ponerle un precio: «Nunca pensei canto poden valer, para min non teñen prezo».
Julio Buiturón corredor, coleccionista y restaurador de motocicletas clásicas
El mecánico y su hermano Juan compiten por todo el país con sus Ducati 350
Julio inculcó en su hermano Juan su pasión por las motos clásicas. Afición que los lleva a recorrer juntos varios puntos de la geografía española: «Intentamos ir sempre que podemos ao circuíto de La Bañeza, a Colombres e ao Jarama, á competición de motos clásicas». En cada evento sacan a relucir sus dos Ducati 350, piezas históricas que ellos mismos consiguieron recuperar: «Por exemplo, na proba do Jarama podemos poñelas nas rectas máis longas a máis de 180 quilómetros por hora».
Más allá de las carreras, los dos hermanos también acuden a citas que se realizan por Galicia para que todos los vecinos puedan ver estos modelos: «Cando hai concentracións sempre as levo, á xente gústanlle, son un éxito, é algo que non están acostumados a ver e que lles sorprende». Los dos hermanos también son organizadores del exhibición que se realiza cada año en la playa de Cabío, que siempre ha gozado de una gran aceptación y que ha atraído a gente de todos los municipios hasta tierras pobrenses.