Piezas dignas de museo que no podrían ser exhibidas en uno

A. Parada

BARBANZA

El municipio de Noia es el que tiene más obras arquitectónicas reconocidas en los últimos tiempos de toda la comarca

31 mar 2016 . Actualizado a las 18:37 h.

Puede que no tengamos la Ópera de Sídney, ni el Guggenheim de Bilbao o el de Nueva York. Puede que no contemos con la habilidad de Wright para construir una casa sobre una cascada o que no hayamos tenido un Le Corbusier que jugase con los ángulos para regalarnos una iglesia como la Catedral de Ronchamp. Pero sí podemos presumir de que las tres comarcas cuentan con edificios que han sido galardonados o nominados con premios de arquitectura relevantes.

Hay un concello que destaca  entre todos. Se trata de Noia, donde las nominaciones han sido múltiples en los últimos años. La praza do Curro fue finalista del premio del Colexio Oficial de Arquitectos de Galicia (COAG) en la modalidad de equipamientos el año pasado. Son dos las joyas de ejemplo de restauración en la villa noiesa, se trata de los entornos correspondientes a Pedrachán y A Chaínza.

Fueron llevados a cabo por los arquitectos Alfonso Salgado y Francisco Liñares. El primero se estrenó en septiembre de 2009, y fue correspondido con el primer premio Manuel Gómez Román, en la edición del 2010, en la modalidad de Construcciones Adjetivas rehabilitadas o reconstruidas; así como el quinto Premio de Arquitectura Ascensores Enor del 2011. 

Este último no pudo llevárselo el proyecto de A Chaínza, en 2014, pero sí quedó entre sus 20 finalistas de más de 300. No obstante sí obtuvo el del COAG, en 2013, participando en la categoría de espacios abiertos públicos.

Otros términos

Hace tan solo ocho días, dos construcciones eran elegidas por la decimotercera Bienal Española de Arquitectura y Urbanismo tras un período de selección que redujo la criba del certamen internacional a 50 opciones. En Outes, el estudio Salgado e Liñares Arquitectos volvía a sorprender con una genialidad, las Cabanas do Barranco, un establecimiento de turismo rural. Y en Lousame, Alfonso Castro y Álvaro Marín salvaban un fragmento esencial del patrimonio industrial gallego recuperando las minas de wolframio de San Finx, que llevaban cerca de veinte años cerradas. Tras la puesta en valor del complejo fabril mediante el centro de interpretación, homenajeado de la misma forma que las cabañas outienses, Sacyr volverá a explotarlo.

Pero otras localidades tampoco tienen nada que envidiar, como Ribeira, que gracias al ingenio de Carlos Seoane ha visto cómo el Centro Social de Oleiros recibía el reconocimiento del COAG del 2014 y era seleccionado a los premios Fomento de las Artes Decorativas 2015. Cabe destacar, además, que las reparaciones de la bóveda de la iglesia de San Salvador en Taragoña compitieron junto a la praza do Curro en esa misma edición.