Trabajó en conocidas series y películas e incluso obtuvo un Mestre Mateo por «A condesa rebelde»
13 nov 2016 . Actualizado a las 05:00 h.Galanes, nobles, reyes, enfermos, heridos de guerra e incluso muertos vivientes llenan a diario las tablas de los teatros y las pantallas, tanto las grandes como las pequeñas, pero los actores, aprendiendo guiones y poses a las órdenes del director de turno, no son los únicos que hacen posible la creación de todos estos personajes de ficción. Los profesionales del ámbito de la peluquería y la estética están detrás de todos y cada uno de ellos, incluso de los que, a priori, apenas parecen tener más que una sencilla capita de maquillaje. Las manos de Chicha Blanco constituyen una de esas fábricas de personajes.
Hace tiempo ya que esta maquilladora perdió la cuenta de los actores a los que ha transformado y de las producciones en las que ha participado. Confiesa además que memorizar títulos no es lo suyo. De hecho, tardó más de lo normal en encontrar su camino o, por lo menos, en atreverse a seguirlo. Fue cuando estaba a punto de cumplir los 30 y después de casi una década trabajando en una gestoría, cuando Chicha Blanco decidió dejar atrás su Noia natal para tratar de hacer realidad su sueño en Madrid. «Ahora o nunca», pensó. Y acertó, eso sí, con esfuerzo. Logró hacer en 20 días un curso de dos meses y fue la profesora, impresionada, la que la propuso para su primer trabajo, que fue nada menos que en el Teatro de la Zarzuela.
La trayectoria
A partir de entonces fue «un no parar». Trabajos tanto para publicidad como para la televisión y el cine fueron engrosando su currículo. En él figuran desde series como Gran reserva, Tierra de lobos o La señora hasta películas de la talla de Ocho citas, La mujer sin piano o Todo es silencio. La trayectoria profesional de esta noiesa está incluso adornada por un prestigioso Mestre Mateo, premio que consiguió por su trabajo en el largometraje gallego A condesa rebelde junto a Mara Collazo, que aportó la parte de peluquería. Pero ella, que aspira siempre a superarse, no le concede demasiada importancia a la estatuilla: «Los reconocimientos gustan, claro, pero lo importante es que el trabajo que tienes entre manos salga bien».
Y para sumar un logro tras otro, Chicha Blanco reconoce que un trabajo como el suyo requiere dedicación y esfuerzo: «El espectador no ve la cantidad de horas que hay detrás de una caracterización, con sol o lluvia, frío o calor». Simular heridas y disparos, poner bigotes y barbas de pega pelo a pelo, crear zombis o provocar gangrenas es un don que está en las manos de esta noiesa: «No solo se trata de poner guapos a los actores, a veces tienen que parecer feos, sucios o viejos». Hay caracterizaciones que requieren incluso una documentación previa y es este proceso el que más satisface a la profesional barbanzana: «Me encanta buscar información. Antiguamente recurríamos a libros de historia y también de medicina, pero hoy en día, Internet da muchas facilidades».
Presente y futuro
Desde Portugal, donde trabaja actualmente en el rodaje de Vidago Palace, una coproducción gallego portuguesa que transcurre en el lujoso hotel del mismo nombre, Chicha Blanco reconoce que lo más complicado es, en ocasiones, lo que puede parecer más normal: «Un marinero que hice recientemente para un trabajo de publicidad, un muerto que me obligó a pasarme varias noches sin dormir o, simplemente, poner a alguien guapo».
La noiesa asegura que no se arrepiente de la decisión que tomó hace 15 años, cuando hizo las maletas: «Hay que hacer lo que pide el corazón, porque solo se vive una vez y no te puedes quedar con la duda para siempre». Pero sí reconoce que para dedicarse al mundo que ella eligió hay que estar dispuesto a soportar mucha presión y a renunciar a partes importantes de la vida personal.
Ella, cuando se dio cuenta, frenó en seco, se tomó un tiempo y, cuando regresó al que es y siempre será su mundo, lo hizo con el propósito de seleccionar. «Soy feliz creando personajes, pero no quiero que el trabajo lo sea todo para mí». Chicha Blanco regresará pronto a casa. Le esperan un par de proyectos «interesantes» sobre la mesa pero, como todos los de su gremio, hasta que no estén atados no pueden ser desvelados.