La verdad es que hay personas que pasaron casi de puntillas por este mundo, pero con un mérito enorme. Sin embargo, otras se elevaron a los altares a pesar de que no se merecían ni sentarse en el pedestal. Hoy, por fin, el gran maestro Manuel Muñiz Tubío recibe un homenaje en su tierra natal, Boiro. El mundo de la música estará presente en un acto más que merecido a un vecino que como otros muchos tuvo que coger la maleta y buscarse la vida en otros lares. Eso si, su trayecto no fue muy largo. Se apeó en Santiago, a donde acudió a estudiar música, su gran pasión. Y allí se quedó
Sus notas musicales se extinguieron hace unos cinco años, pero dejó un legado muy difícil de superar. Crear unas quinientas canciones no está al alcance de muchos compositores y la mayoría de ellas estaban relacionadas con Galicia, su tierra y sus gentes.
A pesar de vivir en Compostela, nunca olvidó sus orígenes. Siempre tenía su pensamiento en Boiro. Incluso escribió canciones que hablaban de sus playas.
Tuve el placer de conocerlo una tarde para hablar de una de sus composiciones relacionadas con la villa. Y la verdad que era una persona que dejaba huella. Hombre sencillo, amable y, sobre todo, un auténtico caballero. Se le llenaba la boca cuando hablaba de su querido Boiro. Sus ojos se le iluminaban al describir los lugares en los que creció y en los que jugaba de pequeño. Llevaba el nombre de su pueblo en el corazón, aunque Santiago era también muy especial para él.
Manuel Muñiz es hijo predilecto de Boiro, pero además le fue concedida la Medalla de Galicia, una distinción al alcance de muy pocos.
El currículo musical del maestro Muñiz es impresionante. Fue uno de los mentores de artistas como Pili Pampín o Ana Kiro, pero la banda de música de Santiago y en especial su orquesta, la Compostela, fueron su auténtica debilidad. Recorrió todos los rincones de Galicia animando verbenas y también numerosas ciudades españolas con incursiones al extranjero. Manuel Muñiz vivía por y para la música. Muchas parejas se enamoraron bailando canciones de este boirense que solo tenía tiempo para componer y enseñar.
Después de cinco años, uno de los mejores músicos de la comarca, y de Galicia, tendrá el reconocimiento de sus vecinos, un hombre que nunca se olvidó de sus orígenes y con un corazón tan grande en el que su Boiro natal estaba muy presente. El maestro dejó huella y su obra perdura. Difundirla debería ser una prioridad para los dirigentes y salvaguardar un legado muy valioso de una persona con un talento insuperable. El maestro continúa muy presente, y lo dejó grabado.