
Tras 24 meses de sacrificios para aprobar dos oposiciones, ha alcanzado su meta y ya piensa en el BCE
11 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.Cuando era una niña, Fátima Escudero Sánchez soñaba, como la mayoría de sus amigos, con ser veterinaria o astronauta. Sin embargo, esta joven de 26 no tardó mucho tiempo en cambiar de opinión. «Siempre me llamó la atención el mundo de la empresa», cuenta, por lo que a nadie le extrañó que acabara estudiando Derecho y Administración de Empresas, en donde fue aumentando su interés por el tema de la supervisión de entidades de inversión. Así, nada más acabar la carrera, se marcó un objetivo, el de entrar en el Banco de España. Hoy cuenta orgullosa que, después de muchos meses de sacrificios para labrarse un futuro en el ente regulador financiero del sistema nacional, ha conseguido la meta por la que tanto peleó.
Escudero, que aunque de cuna ribeirense lleva toda la vida en Madrid, se abrió las puertas del Banco de España tras unas competidas oposiciones a las que se presentaron el año pasado unas 1.100 personas y entraron 34. Lejos de conformarse con ese puesto de técnico, prolongó su maratón de estudio un año más para conseguir la plaza que se ha ganado a pulso como inspectora de entidades de crédito. «Es como un supervisor de bancos, de lo que se trata es de controlar que tengan la solvencia necesaria para evitar todos los problemas que ha habido, vigilando que tengan unas inversiones y un nivel de capital suficiente para que puedan hacer frente a un problema eventual. Es decir, que incurran en los riesgos que se pueden permitir con la estructura que tienen», explica.
Llegar hasta donde está no fue un camino de rosas, «pero lo veía como un reto personal», apunta. Y, a tenacidad, pocos ganan a esta joven, la mayor de dos hermanos, que nada más acabar la carrera empezó su propia prueba de resistencia con vistas al Banco de España. Estuvo desde octubre del 2014 hasta junio del 2015 hasta que consiguió la primera plaza y al mes siguiente ya preparaba la otra, que obtuvo finalmente en julio, tras dos años «renunciando a muchas cosas, prácticamente a toda mi vida, porque tienes que decir que no a la mayoría de los planes».
Doce horas al día de estudio
«El primer año, que solamente me dedicaba a estudiar, lo hacía seis días a la semana durante doce horas, y daba igual que hubiese puentes o festivos. Cuando ya entré en el Banco de España, como tenía que compatibilizar ese puesto con las oposiciones, sacaba con suerte cinco horas de estudio al salir del trabajo y todos los días que tenía libres los dedicaba a avanzar en el temario», relata. «Acabé haciéndome socia de una biblioteca que estaba al lado del banco para no perder tiempo y me metía allí hasta que cerraba», explica.
Escudero recuerda que cuando salió la esperada nota estaba en Fráncfort, en una reunión en el Banco Central Europeo (BCE), una entidad a la que reporta buena parte de su trabajo. Era un jueves y el sábado ya estaba volando a Nueva York para celebrarlo. No era la primera vez que pisaba la ciudad de los rascacielos porque durante la carrera había hecho una especie de Erasmus en Estados Unidos. «Fui con 20 años y fue una experiencia que marcó mucho mi carácter, porque aprendí a volar sola», comenta.
Una viajera incansable
Con todo, la joven supervisora de banca, una viajera incansable que asegura que «si tuviera que marcar en un mapa todos los países que me gustaría visitar no dejaría ni uno fuera», a lo único que sabía de antemano que no iba a renunciar es a su visita anual a Ribeira: «Me fui con los libros y casi ni pisé la playa, algo que me encanta, pero en toda mi vida nunca hubo un solo año que dejara de ir a Galicia y no iba a ser este».
Reconoce Escudero que sintió que habían merecido la pena los últimos dos años cuando acudió por primera vez al BCE, en donde le gustaría trabajar en un futuro. «Al principio iba con miedo, pero acabas relajándote porque ves que es gente normal y no muerde», dice entre risas. A ella, particularmente, uno de los prejuicios que más le molestan de su profesión es el sambenito de los errores del pasado y que la gente no entienda que «tras este trabajo hay personas». «La supervisión bancaria española está considerada como uno de los mejores sistemas, teniendo en cuenta la dificultad que tiene poder llegar a todo», sentencia.