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Una vida dedicada a los pentagramas

J M. jamardo RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

CARMELA QUEIJEIRO

Este vecino de Rianxo tenía 6 años cuando empezó a recorrer Galicia tocando el tambor

02 ene 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El rianxeiro Manuel Bandín García (Taragoña, 1966) es pura música. Esta es su pasión y, además, su modo de vida. A sus 50 años, lleva tocando unos 44. Comenta que quizás le viene de casta. Nació el 12 de septiembre, precisamente una jornada de las fiestas de A Guadalupe. Además, su madre rompió aguas en la villa de Castelao. Trabajaba de cocinera y tuvo que abandonar a toda prisa su puesto para dar a luz: «Debeu ser por iso que me gusta tanto a música», comenta.

Cuando Manuel Bandín tenía solo 6 años se formó en el seno del centro cultural de Taragoña un grupo de cornetas y tambores. El pequeño Manuel sentía curiosidad y fue uno de los integrantes de esta agrupación. Ahí comenzó su romance con la música. Tocaba ambos instrumentos y el grupo amenizaba fiestas con sus tradicionales pasacalles.

El éxito de esta agrupación provocó que cuatro años más tarde se pusiese en marcha la banda infantil de Taragoña, toda una institución y un auténtico vivero de profesionales que en la actualidad están repartidos por las mejores orquestas de la comunidad autónoma.

Intenso aprendizaje

Manuel Bandín se unió al grupo, quería ser trompetista. No pudo ser y el trombón de varas fue su destino. Recuerda que esta época fue una de las mejores de su vida porque aprendió mucho. Tuvo como profesores a los maestros José España y Prudencio Romo. «Éramos sesenta rapaces facendo cola para entrar nas clases de música porque era moi gratificante. Foron momentos moi emotivos. Recordo que eu era pequeno e meu pai tiña que ir buscarme cando chovía e levarme ao lombo». Todos los domingos había un concierto en el antiguo cine, que se llenaba de público para ver a los pequeños virtuosos. La banda infantil de Taragoña era muy requerida para actuar por toda Galicia.

Esta etapa la cerró Manuel Bandín con 14 años para dar un gran salto en su carrera. En el año 80 surgió en la parroquia la orquesta Xente Nova. La mayoría de sus componentes eran jóvenes procedentes de la banda. En total 21 integrantes y se convirtió en una de las mejores orquestas gallegas de la época. Eso sí, Manuel no se incorporó hasta que sacó el Graduado Escolar. Aprobó en junio y en julio ya se subió a un palco con sus compañeros.

Recuerda esa época con mucho cariño: «Traballabas, pero tamén gozabas. Foi unha das experiencias máis bonitas». Problemas con Hacienda provocaron la disolución de Xente Nova, por lo que a continuación fichó por la orquesta de la Televisión de Galicia. En los platós trabajó con Ana Kiro. La París de Noya fue otra estación más en su larga trayectoria musical. En su etapa con los noieses construyó un gran piano para sus actuaciones.

Recorrió los palcos de toda la comunidad también con orquestas como Poceiro o Milenium. En la actualidad es uno más de la formación Brujas. A lo largo de su dilatada vida profesional vivió muchas anécdotas: «Unhas boas e outras non tan boas», pero que recuerda con mucho cariño.

Otra de sus facetas, a la que dedica parte del tiempo que le dejan los escenarios, es la escultura. Es una herencia de familia, dice, pues su padre es carpintero y su abuelo era herrero. La madera y el hierro estaban muy presentes en su niñez y ya de pequeño moldeaba y hacia sus pinitos.

Tiene más de cuarenta piezas, la mayoría de restos de madera. Entre sus trabajos destaca una santa Cecilia, una virgen de A Guadalupe «feita co pau dunha laranxeira, como di a canción» y también la Dama da Serpe.

Los escenarios continúan siendo sus lugares favoritos para expresar su pasión por la música. Eso sí, también seguirá mirando de reojo esos palos o troncos a los que les pueda dar una forma o sacarles una figura.

Anécdotas. A lo largo de su vida profesional ha vivido muchas vicisitudes. En una ocasión acabó en un hospital al recibir un botellazo de rebote en una pelea que había en un local. Al día siguiente regresó de nuevo a los escenarios, pero con seis puntos de sutura.