La madre de la joven abordada el día 25: «Mi hija pudo ser otra Diana Quer»

Álvaro Sevilla Gómez
ÁLVARO SEVILLA RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

Lavandeira jr | EFE

Dice que su hija no duerme, «es incapaz de estar sola», sufre y tiene «miedo y ataques de ansiedad»

02 ene 2018 . Actualizado a las 11:50 h.

El miedo todavía le atenaza el cuerpo. Cuenta que estos han sido los días más duros de su vida. La cabeza no le para de girar. «Mi hija pudo ser otra Diana: acabar asesinada y en ese mismo pozo». La que habla es la madre de la joven de 28 años que el día de Navidad sufrió un intento de rapto en el centro de Boiro. ¿El presunto agresor?: José Enrique Abuín Gey, testificó la boirense en cuanto vio su fotografía: «Fue él, lo identificó al momento. Es un asesino, un depredador, no debería estar en sociedad. Es una lacra», dice la madre.

«Estaba nerviosa pero no dudó al identificarlo: era el Chicle [...]. Fue a tiro fijo»

Sobre su hija, dice que está muy afectada, que no ha conseguido dormir, que sigue en shock: «Es incapaz de estar sola. Desde esa noche la han acompañado las 24 horas. Tiene momentos en los que se encuentra mejor, pero cuenta con ayuda de psicólogos. Tiene miedo y ataques de ansiedad. Está sufriendo. Es muy duro verte dentro de un maletero». Afirma que ella tampoco fue capaz de conciliar el sueño hasta que el 29, cinco días después del intento de rapto, el Chicle fue detenido por la Guardia Civil: «Yo tampoco podía, ni siquiera tomando pastillas. Piensas en todo. No sabes si volverá a por ella». «Estuvimos juntas toda la tarde, fuimos a comer a casa de unos familiares. Poco antes de las diez de la noche nos marchamos por caminos diferentes», asegura la madre, que explica lo ocurrido la noche del día 25. Su hija cogió el coche y siguió en dirección a la calle Bao. Al llegar, aparcó el vehículo y se bajó: «Había quedado con su novio y una amiga para tomarse algo antes de la cena». Afirma que fue en la esquina donde se cruzó con un coche que dio media vuelta y estacionó a su lado. «Creyó que quería preguntarle por cómo ir a algún sitio. En cuanto salió, la agarró y le puso un cuchillo al cuello». 

«Puedes matarme, pero el teléfono no pienso soltarlo»

El agresor intentó meterla en el maletero del coche y forcejeó con ella para que soltase el móvil: «La amenazó con clavarle la navaja si no lo hacía, pero se negó. Mientras pedía auxilio, le dijo: “Puedes matarme, pero el teléfono no pienso soltarlo”. Es como yo, con carácter, es fuerte. Luchó con él hasta que llegaron los chavales».

La madre afirma que siempre les estará agradecida a esos dos veinteañeros que socorrieron a su hija: «Son dos ángeles, fueron su salvación. Sin ellos no sé qué podría haber pasado». Se muestra orgullosa del papel de su hija: «Actuó con tranquilidad. Tratando de ganarle pasos al Chicle. Consiguió controlar las matrículas y no darle el teléfono. Los guardias civiles la felicitaron, alucinaron».

Ella no supo lo que había ocurrido con él hasta las tres de la madrugada: «Estaba nerviosa, pero no dudó al identificarlo: era el Chicle. No lo conocía, pero los rasgos de la cara, la dentadura... Fue a tiro fijo. Está pasándolo muy mal, pero a lo mejor lo que ella está sufriendo puede ser una salvación para otras mujeres, un bien para todos. Solo espero que pague por lo que hizo, que le caiga la máxima pena posible».

Asegura que, a partir de ahora, su hija tendrá dos cumpleaños: «Puede celebrar uno el 25 de diciembre y otro el 24 julio, cuando en realidad es el suyo. Ha vuelto a nacer, pero por ahora nos costará llevar una vida normal. Estas Navidades pudieron ser muy tristes para todos». 

Fuerzas del orden

La mujer destaca la labor de la Guardia Civil: «Fue una maravilla, llamándonos en todo momento para informarnos de cómo iba todo. Trabajaron día y noche». Cuenta que su hija el domingo tuvo que volver a comparecer ante la jueza y que hoy tendría que ir a trabajar, pero que no lo hará: «No puede, es imposible, no está en condiciones».

Sabe que fue clave en uno de los casos más enigmáticos de los últimos años, pero, al igual que la Guardia Civil, espera que se mantenga el anonimato: «No quiero que la acosen las televisiones. Yo puedo con quien haga falta, pero no necesita que el pueblo sepa que era ella».