Hay algo tóxico y letal en el cinismo. Envenena el aire y las aguas. Donde de verdad destaca con nitidez, es en la política. He aquí un curso de cinismo acelerado en menos de cinco minutos. Le bastará leer este artículo. Con motivo de la huelga femenina y feminista del pasado 8 de marzo, el PP de las Españas dictó una clase magistral de cinismo que bien puede bastarle a usted para doctorarse cum laude en la materia. Laura Seco, vicesecretaria del PP en Cádiz: «Es una huelga para las élites feministas y no para las mujeres reales que tienen obligaciones». Mariano Rajoy, presidente del Gobierno: «No nos metamos ahora en eso». Dolors Montserrat, ministra de Sanidad y Asuntos Sociales: «No se puede decir que las mujeres lo tengan más difícil que los hombres». Isabel García Tejerina, ministra de Agricultura y Cristina Cifuentes, presidenta de la Comunidad de Madrid: «Haré huelga a la japonesa. Trabajaré más que cualquier otro día».
Podría seguir sumando despropósitos y estupideces. Pero, cuando vieron venir la realidad y la fuerza que la catarata de la huelga traía río abajo, comenzó la marcha atrás. Así pudimos ver a don Mariano con su lacito en la solapa y a las ministras y demás cargos del PP desdecirse, acusando a la prensa de que «han sacado de contexto mis frases» y tomando, lacito en pecho, el estandarte de todas las reivindicaciones del día 8M. Eso es cinismo. Pero, estos aventajados alumnos tuvieron buenos maestros. Manuel Fraga, después de un debate de una diputada socialista con otra del PP, dijo aludiendo a la primera: «Lo único interesante que ha exhibido esa señora es su escote» (noviembre de 1997). Y punto.