Esculturas de madera en Cabo de Cruz

Gonzalo Trasbach
Gonzalo Trasbach BOIRO / LA VOZ

BARBANZA

08 may 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Media tarde de un día primaveral. Vas hasta el centro social de Cabo de Cruz para ver una exposición de esculturas en madera. Bajo el título Madera de escultor, Arturo Vicente presenta una muestra de doce figuras de tamaño mediano sobre pedestales, otras piezas más pequeñas cuelgan de las paredes y otras más menudas están guardadas en varias vitrinas. Además, 21 dibujos a lápiz y tinta completan el material que se exhibe en la sala crucense. Después de contemplar detenidamente los distintos objetos, te sientas junto a un amplio ventanal. Miras hacia fuera y... una intensa luz blanca baña los verdes campos e ilumina el azul marino del fondo. Y aún más allá, una cadena montañosa mira fijamente la ría. Justo debajo del ventanal, una yegua blanca pace en el silencio de la tarde.

 Repasas todo el material expuesto, en el que los coches de época pintados están tan logrados que dan la sensación de que se mueven. Y después recuerdas que alguien en una ocasión te contó que el arte no sirve para explicar lo enigmático, que solo hace que nos demos cuenta de que está ahí, ante nosotros. Es decir, el arte nos descubre lo misterioso, pero no resuelve su ecuación.

Aunque deja constancia de su destreza para tallar y de su habilidad técnica para el dibujo, Arturo Vicente, un artista aficionado, pero ya casi a tiempo completo, es fundamentalmente un excelente tallista. Tiene «madera» de escultor, tal y como sugiere el título de su exposición. La madera da que pensar. Para empezar, en el árbol. Su articulación representa tanto su historia como el futuro de su crecimiento. De su adaptación al medio como de la búsqueda de la luz y del agua.

Que la madera sea el material preferido de Arturo Vicente es, en este sentido, muy significativo. Tal vez sea aventurar demasiado, pero quizá tenga que ver con este sencillo hecho: uno cuando era niño vivía en una casa cuyos techos eran de tablas y vigas de carballo. Antes de dormirse uno seguía con la mirada las vetas y recovecos, los arranques y terminaciones de las vigas y las ripas. Es posible que uno tuviese la sensación de que un eco de todas ellas estaba en aquel cuerpo joven tendido sobre la cama. Es como si hubiese una corriente de conexiones entre la madera y la carne.

Decimos esto porque hay figuras talladas como Embarazada, que el artista descubre porque la madera le ha dicho: «Aquí hay una embarazada, ¿la ves?». Lo mismo se puede decir de Dama o Bico. Pero el artista también lo ha intuido, o ha escuchado la voz del trozo de madera. En este aspecto, es conveniente destacar que, como casi todos sabemos, las plantas sienten. Son sensibles. Incluso cabría decir que el agua puede tener memoria.

Quizá las figuras y dibujos realizados por Arturo Vicente son fronterizos con ese paraje donde observamos cómo es la propia materia la que se infiltra dentro del cuerpo del artista para tallar y para dibujar. Talla y dibuja porque lo que está vivo tiene la capacidad de guiar o de ser guiado. Lo demás pertenece al reino de lo misterioso, de todo aquello que no podemos explicar.