En el instituto boirense, los alumnos han creado su propio equipamiento y campo para jugar una liga de este deporte gallego
02 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.Imagínense por un momento que, nada más sonar el timbre del recreo, los estudiantes comienzan a inundar el patio para coger sitio en las pistas. Sin embargo, no se apresuran para ser los primeros en echar la pachanga o unos tiros a portería, sino para golpear palos. Pues esta es la escena que se vive cada día en el instituto Espiñeira de Boiro, donde los jóvenes prefieren la billarda al fútbol.
Para aquellos que desconozcan esta disciplina, también conocida como estornela o cachiza, consiste en ir golpeando en el aire un pequeño palo de madera (la propia billarda) con otro mayor (el palán) para desplazarlo hasta introducirlo en una especie de meta delimitada por dos postes (varal). Los jugadores cuentan con cuatro tiros para lograrlo y el primero que lo haga se llevará cinco puntos, el siguiente cuatro y así sucesivamente. Si nadie anota, los tantos se reparten en función de la distancia.
La implantación
«É un xogo que engancha moito, hai rapaces que a primeira vez que colleron o palán xa destacaron», explicó Alberte Pagán, docente de inglés y jugador en el área de Pontevedra de la Liga Nacional de Billarda, que fue uno de los artífices del veloz avance de este juego tradicional, en este centro de secundaria.
Todo comenzó hace dos cursos, cuando invitó al centro al organizador de la competición oficial, Xan Rodiño, que les enseñó las reglas y los útiles del juego a los chicos.
En aquel momento, la billarda comenzaba a echar a andar en el Espiñeira de forma rudimentaria, utilizando porterías de fútbol, pero ya se había creado una liga en la que se inscribieron multitud de estudiantes. No obstante, el gran salto lo dieron a principios de este curso: «Todo o material, como os forxados dos varais está feito por nós e polo alumnado de Tecnoloxía».
Asimismo, el factor decisivo que prueba que en este instituto la billarda pone en serios aprietos a otros deportes extendidos a nivel mundial, como el fútbol o el baloncesto, es que cuando se repintaron las pistas este curso, la estornela tuvo su propia delimitación y color. Sin embargo, el campo no cuenta con las medidas oficiales, ya que debe ser un poco más reducido para poder compartir espacio con las otras actividades. Además, en el instituto también están restaurando una chave, otro juego tradicional consistente en lanzar discos a una estructura metálica.
La competición
Con toda probabilidad, y al igual que en cualquier otra disciplina, para que la billarda tuviese éxito en el centro debía contar con una competición paralela. Cada recreo se convierte en una jornada de la liga, para la que los chicos vayan anotándose y se les asigne su día de juego.
«Trátase de recuperar os xogos tradicionais. É tan satisfactorio ver que lles gusta algo tan sinxelo como coller un pau e darlle a outro, e que as pantallas do móbil e do ordenador non o son todo. Didacticamente, cremos que xa está sendo un logro», valoró Alberte Pagán, mientras los gritos de diversión se entremezclaban con el sonido seco de la madera siendo golpeada y los silbidos del viento cortándose.
«O ano pasado había menos xente, pero ao final acabou enganchando»
Carlos Tubío Martínez, estudiante
A sus 18 años, Carlos Antonio Tubío Martínez lleva dos jugando a la billarda, pero en su caso ya había dado unos cuantos golpes con amigos, sin llegar a contar puntos. No obstante, desde que le han enseñado a jugar correctamente «lóxicamente é moito máis divertido e en cada partida temos o obxectivo de gañar». Mientras el boirense responde a las preguntas, le comunican que va primero en el torneo y afirma: «¿Ves?, aínda se me da bastante ben».
«A quen estea pensando en xogar diríalle que se anime, pois é sinxelo»
Alba Lojo Outeiral, estudiante
Alba Lojo Outeiral tiene 13 años y no oculta que lo suyo es el esférico, aunque este curso cumplirá su segundo año como jugadora ocasional de billarda. «Eu normalmente xogo ao fútbol, pero quixen probar como era isto da billarda», explicó la boirense del momento en que le fue cogiendo el gusto a este juego tradicional.
Cuando se le pregunta a Alba qué le diría a alguien que valore empuñar un palán, la joven lo tiene claro. Echa la vista atrás hasta sus inicios y afirma: «A quen estea pensando en xogar diríalle que se anime, pois é sinxelo». Además, Lojo se decanta por la sana competitividad de buscar la victoria y, por supuesto, alguno de los premios de la liga, que pueden canjear por productos en la cafetería del instituto. «Sempre hai que tentar levarse algo», explica, entre risas, mientras espera su turno en la fila.