Las 17 ONGD de la provincia llegaron con 47 proyectos a 18 países en un año
BARBANZA
Trabajan en los ámbitos de la educación para el desarrollo, exclusión y comercio justo
25 mar 2019 . Actualizado a las 12:59 h.Diecisiete organizaciones no gubernamentales para el desarrollo (ONGD) con sede en la provincia tuvieron activos el último año entre uno y seis proyectos de cooperación en el extranjero. Todas juntas suman 47, realizados en 18 países. La mayoría, 28, en Latinoamérica; y los otros, entre África y Asia. En esas iniciativas movieron más de 4,3 millones de euros, destinados a mejorar la calidad de vida de más de 77.000 personas en total. Son datos que facilita la Coordinadora Galega de ONGD, que agrupa a 46 entidades en la comunidad, que en ese mismo período tuvieron activos 68 proyectos en 23 países, en los que destinaron 6,1 millones de euros que contribuyeron la mejorar las condiciones de 108.000 personas. Las cifras evidencian el peso de este sector en la provincia.
La mayoría de las entidades reparten su sede entre A Coruña (donde están Enxeñería sen Fronteiras, Ecodesarrollo Gaia, Solidariedade Galega, Oxfam Intermón, Cooperación Internacional, Arquitectura sen Fronteiras, Semilla para el cambio, Solidariedade Internacional de Galicia y Farmamundi) y Santiago (Asamblea de Cooperación pola Paz, Mi Perú, Intered, Fabre, Manos Unidas y Médicos do Mundo). Tierra de Hombres está radicada en Oleiros, y, además, está implantada Proyde en la provincia.
Más en Latinoamérica
Seis ONGD participaron en 11 proyectos para el desarrollo en Guatemala, el principal destino de la cooperación coruñesa. Le siguen 8 proyectos en la India, cinco en Nicaragua y cuatro en El Salvador, repartidos entre dos organizaciones. Los 19 restantes son promovidos por una única entidad, que tiene activas hasta cinco actuaciones en Honduras o dos en Burkina Faso; pero las otras solo uno, en la República Dominicana, Colombia, Guinea Bissau, Senegal, México, Uganda, Congo, Mozambique, Angola, Palestina, Siria y Kenia.
Alejandro Quiñoá, presidente de la Coordinadora Galega de ONGD, afirma que los principales sectores de trabajo de estos proyectos coinciden con los autonómicos. Se centran sobre todo en los ámbitos de la educación, la salud, los derechos humanos, infraestructuras de agua y saneamiento, salud reproductiva, agricultura, pesca, iniciativas de gobierno y sociedad civil, construcción, acción humanitaria y emergencias, y apoyos en forma de suministro de bienes y ayuda general para diversos programas. La población destinataria ha sido principalmente la infancia y personas residentes en zonas rurales, con acciones también orientadas preferentemente para familias, mujeres, juventud, y población indígena o minorías étnicas, agrega Quiñoá.
Además, parte de estas entidades realizan trabajo local en diversas localidades de la provincia. Estas actividades las orientan fundamentalmente a fines de educación para el desarrollo y sensibilización de los problemas de esas zonas donde trabajan, apoyo a inmigrantes y otros colectivos en riesgo de exclusión social, y promoción del comercio justo. Las efectúan en colegios y locales públicos diversos. El reciente desastre de Mozambique empieza a notarse en alguna llamada de solidaridad.
Quiñoá atribuye la mayor presencia en Latinoamérica a la participación en movimientos que se dieron en aquellos países en la década de 1990, que fue cuando tuvo mayor impulso aquí el movimiento de estas organizaciones. Favorece, como en el caso de Guatemala, su realidad multicultural y los lazos que pueden establecerse desde Galicia.
Aproximadamente un tercio de las ONGD gallegas surgieron en Galicia y mantienen en la comunidad su sede central; las restantes son de ámbito estatal y tienen delegaciones.
El 64 % de la financiación de las ONGD gallegas es privada. Procede sobre todo de cuotas de las personas que tienen asociadas, y en menor medida de donativos de empresas, aunque alguno de estos es especialmente relevante, señala Alejandro Quiñoá, presidente de la Coordinadora Galega de ONGD.
La aportación pública procede de 39 entidades. La mayor cantidad corresponde a la Xunta y se deriva del cuarto Plan Director de Cooperación Galega 2018-2021. A mediados de febrero finalizó el plazo de presentación de proyectos para este año, y se espera que se resolverá en mayo.
El 12 de marzo comenzó el plazo para la convocatoria de la Deputación Provincial, que finaliza el 17 de abril y que también ha incrementado su participación en proyectos de cooperación, resalta Quiñoá. Entre los ayuntamientos destaca el de Santiago, con una convocatoria propia en 2019 por segundo año consecutivo y que constituyó el 28 de febrero el único Consello de Cooperación e Solidariedade de la provincia. El 2 de abril celebra su segunda sesión, para presentar las actividades de Compostela máis solidaria, otra iniciativa que destaca Quiñoá por favorecer la participación y visibilidad de las ONGD. Otros 36 municipios coruñeses apoyan el Fondo Galego de Cooperación, que sumó a Muros y Cariño en el 2018.
Las asociaciones y fundaciones que integran la Coordinadora Galega de ONGD tienen un nivel de profesionalización alto, afirma María Paz Gutiérrez, secretaria de la entidad y directora de Solidariedade Internacional de Galicia desde el 2004. «Son organizaciones que apuestan por una cooperación transformadora, que combata que visiones asistenciales y paternalistas en la lucha contra la desigualdad; que incidan en las causas que siguen contribuyendo a generar esta desigualdad; para superar esa distinción entre países ricos y países empobrecidos, entre Norte y Sur. Somos un sector muy feminizado, tanto aquí la base social que nos apoya, que son un 60 % mujeres, como nuestras voluntarias o trabajadoras. Y también las mujeres son las destinatarias principales de los proyectos de cooperación internacional», afirma. Por eso, agrega María, «todas las organizaciones somos conscientes de que, si no combatimos la desigualdad de género, hablar de desarrollo no es posible. No se pueden poner en marcha procesos de desarrollo si no se tiene en cuenta la situación de especial vulnerabilidad y desigualdad de la mujer; por eso todas las ONGD hacemos especiales esfuerzos en este tema. Si las mujeres no participan en condiciones de igualdad en los procesos de desarrollo, lo único que vamos a contribuir es a perpetuar el modelo de desigualdad entre hombres y mujeres». Además del trabajo en diversos países, resalta el que realizan aquí, donde «contribuimos a promover lo que llamamos una ciudadanía global y más consciente. No podemos prestar apoyo al desarrollo en países empobrecidos si desde el Norte, desde aquí, seguimos manteniendo actitudes que les son desfavorables. Entendemos el problema de la desigualdad como un trabajo fundamentalmente político, que está condicionando la vida de millones de personas, porque las políticas que desarrollamos no tienen en cuenta la desigualdad que generan, o porque no ponen en el centro de la decisión a las personas y al medio, sino que lo que priman son los intereses económicos. Si no somos capaces de combatir eso desde aquí, cualquier proyecto que se desarrolle allí va a ser un fracaso. Un ejemplo muy claro de esto lo tenemos en cómo nuestro modo de consumo afecta a las sociedades más empobrecidas», sostiene.