Sí. Sabemos que esa es la frase con la que baja el telón Some Like it hot (traducida al español como Con faldas y a lo loco), la película que, dirigida por el mordaz Billy Wilder, contaba en el reparto con Marilyn Monroe (Sugar), Tony Curtis (Joe) y Jack Lemmon (Jerry), entre otros. La cinta acaba de cumplir 60 años y mantiene intacta su descacharrante atmósfera de entonces. Se estrenó en Estados Unidos en marzo de 1959, tres años antes de que, un cinco de agosto de 1962, la tal vez más radiante estrella de la historia del cine fuese hallada muerta en su apartamento de Los Ángeles. El director, que ya la había tenido bajo su mando en La tentación vive arriba (1955), fue uno de los grandes moldeadores de la figura de la rubia platino y de los que contribuyó a convertirla en un icono del pasado siglo.
Somos muchos los que recordamos aquella imagen de Marilyn paseando por Manhattan una calurosa noche de verano. Para refrescarse, se para sobre la rejilla del respiradero del metro. Entonces el aire levanta el vestido blanco y ella trata de bajarlo mientras muestra su boca roja sonriente y mira sensualmente a los espectadores. La escena no ocurre realmente sobre una acera de la gran manzana, sino que es una reproducción en el estudio. El recuerdo es una visión erótica y a la vez una hábil ilusión de la filmación. La rubia tintada estaba en una habitación y el aire erotizante, que le levantaba la falda para enseñarnos sus esculturales piernas, lo generaba un ventilador que accionaban dos electricistas.
En Con faldas y a lo loco, Wilder nos presenta la adorada figura erótica de nuestros primeros años adolescentes en un momento en el que ya había perfeccionado su rol de rubia tonta, sobre todo en Eva al desnudo (1950), filme que arranca con los resoplidos de un tren que celebra su aparición en el andén de la estación con dos fogonazos de admiración mecánica y, de paso, como ya había ocurrido en Niágara (1953), nos enseña su culo monumental. Otro director que puso su grano de arena en el levantamiento del mito fue John Huston. La había dirigido en una fugaz presencia en La jungla de asfalto (1950), pero se volvió a encontrar con ella en The misfits (Vidas rebeldes). Fue su última película y también la de Gable. Con solo 36 años, Marilyn apareció muerta el 5 de agosto del 62, cuatro más tarde murió Monty Clift, uno de sus compañeros de reparto, cuando tenía 45. El veterano Clark Gabel falleció en noviembre del 60, tres meses antes de que se estrenase esta cinta.
La acción de Con faldas y a lo loco arranca en Chicago. Es febrero. Entonces, Joe (Curtis), saxofonista, jugador y mujeriego, y Jerry (Lemmon), su amigo, contrabajista y apocado, presencian sin querer la matanza de San Valentín. La mafia los descubre y empieza a perseguirlos. Para huir de la ciudad aceptan formar parte de una banda de jazz compuesta solo por mujeres que se dirige a Miami. Se disfrazan, adoptan los nombres de Josephine y Daphine y se embarcan en un tren donde tropiezan con la cantante e intérprete de ukelele Sugar Kane (M. Monroe). Los que han visto el filme recuerdan como transcurre hasta la escena final cuando Jerry se descubre ante su enamorado no como mujer, sino como un hombre. Este le responde: «¡Bueno, nadie es perfecto!».
En Morir de cine, José Luis Garci relata que un amigo suyo, cuando murió Marilyn, le dijo en una terraza de la plaza de España de Madrid: «¿Has visto? Nadie parece darse cuenta de que, además de haberse muerto una estrella, un mito, una actriz, también se ha muerto una mujer». En efecto, aquella mujer que en su primera aparición en Vidas rebeldes es capaz de derretir el hielo de Alaska, pero en cuya mirada aún hoy adivinamos una tremenda soledad.