El Concello recrea el cruceiro que marcaba el límite entre A Pobra do Deán y O Caramiñal, que estuvo cerca de dos siglos desaparecido
01 ago 2019 . Actualizado a las 05:00 h.Quizás es uno de los símbolos más importantes de la historia de A Pobra, pero pocos de los actuales vecinos conocían su existencia, puesto que estuvo cerca de dos siglos desaparecido. Desde hace unas semanas ha vuelto al lugar que ocupó, ya que este cruceiro -que daba nombre a la plaza en la que estaba instalado- marcaba el límite entre la Villa de O Caramiñal y A Pobra do Deán (O Castelo), las dos poblaciones que dieron origen al actual concello.
«Para coñecer a importancia desta peza hai que pensar que cando o alcalde dunha das dúas vilas acudía a un acto protocolario e cruzaba á outra, tiña que deixar a vara de mando ao pé deste cruceiro e esta quedaba vixiada por un alguacil», recuerda el historiador y director del Museo Valle-Inclán, Antonio González Millán, que ha dirigido el proyecto de recuperación de esta pieza del siglo XVII junto con el artista Juan Cabeza Quiles.
El monumento no solo marcaba la jurisdicción civil, sino que también delimitada el ámbito de las parroquias de Santa María a Antiga e Santiago do Deán, y era justo en este punto donde daban vueltas todas las procesiones y también los entierros que había en ambas localidades. «No século XIX hai datos de que durante a celebración do Corpus houbo unha liorta entre os párrocos por sobrepasar os límites do cruceiro. Desde aquela o Arcebispado decidiu que esta cita relixiosa se alternase e unha semana se celebrara nunha parroquia e logo na outra, e ao ano seguinte ao revés», recuerda.
El historiador apunta que la última información que se tiene sobre esta pieza antes de su desaparición es una factura de 1876 que se le pagó a un cantero para que trasladara la base del crucero al atrio de O Caramiñal, por lo que se entiende que estaba roto y se desconocía donde estaban el resto de piezas. «Pode que cando se fusionaron os dous concellos no ano 1840 pasara a ser un elemento innecesario e incluso molesto», reconoce González.
En casa de los vecinos
Fue hace más de una década cuando el director del Museo Valle-Inclán tuvo noticias de que existían varios restos de este cruceiro. Por casualidad, un vecino le comentó que una parte -la imagen del apóstol Santiago- estaba incrustada en la pared de la casa familiar, un hallazgo al que se unió el que hizo poco tiempo después otro pobrense al vaciar un sótano, donde encontró varios pedazos de este monumento, que se sumaron a los que se descubrieron en un jardín municipal.
Con todo ello se elaboró una propuesta para recuperarlo, «pero quedou no caixón das proxectos desatendidos durante dez anos», hasta que hace dos el Concello decidió retomarlo, con la ayuda del aparejador Héctor Sanisidro y del artista sonense Juan Cabeza Quiles.
González Millán explica que el nuevo cruceiro no es una reconstrucción, sino una recreación del que había, puesto que algunas piezas no se pudieron recuperar y otras estaban muy degradadas. Sin embargo, se hizo una copia fidedigna, para que este cruceiro volviese al lugar que le corresponde, aunque fuese varios siglos después.