En la localidad navarra tendrá lugar un homenaje en el que se expondrán las obras del artista y al que asistirá su sobrina
15 ago 2019 . Actualizado a las 05:00 h.Una vida bohemia en una cueva, fabricando sus propias pinturas con plantas y disfrutando de largos baños en un lago helado mientras cuidaba de sus gatos y gallinas. Así era el día a día de Antonio Fernández Soler en Corella, donde era conocido como el pintor Soler. Es en esta localidad donde mañana se celebrará un homenaje en su honor.
Nacido en A Pobra en 1905 y fallecido en Corella en 1989, destacó tanto por su característica personalidad como por sus numerosas obras, que quedaron esparcidas por toda la localidad navarra, incluyendo un retrato al Rey Juan Carlos I para el ayuntamiento y una colección de lienzos para la cúpula de la Iglesia de Araceli.
Su sobrina, Mercedes Puentes, lo define hoy en día como «una persona austera y desapegada de lo material, pero muy vanidosa» y recuerda numerosas anécdotas con gran cariño a la par que diversión: «Cuando cogía el teléfono, en vez de saludar, siempre decía ‘Aquí está el gran Soler’. En una ocasión, se hizo una cirugía estética para corregirse la nariz cuando nadie se las hacía aún y, como no tenía dinero, dejó que el cirujano publicara sus fotos a cambio de que lo operara gratis».
No obstante, la vida de este pintor no fue nada común. Debido a sus excentricidades, no encajaba en su familia burguesa y, después de trasladarse a Madrid a vivir con dos de sus hermanas, tuvo que volver a cambiar de hogar. «Fue encarcelado en Madrid durante la Guerra Civil por su ideología franquista. Se vistió de obrero y escapó por la puerta camuflado entre los que habían ido a hacer reparaciones. Al volver a casa, mis tías tenían miedo y lo mandaron a Toledo» explica la sobrina de Soler.
Una vez terminada la guerra, el pintor se trasladó a Málaga, donde se encontró con José Luis Arrese, gobernador civil de la ciudad. Arrese, quien ya conocía a Soler por sus obras, decidió llevarlo a Corella en 1954 para que retratara a su familia y colaborara en la restauración de su casa, el palacio de los Arteta y actual Museo Arrese.
No obstante, no duró mucho en el palacio, según Mercedes Puentes: «A mi tío no le gustaban los lujos, así que construyó la cueva en la que vivió el resto de su vida, sin agua ni electricidad. En Corella lo querían mucho. Cuando cayó enfermo, incluso lo llevaron a la residencia de ancianos donde falleció».
Celebrando al pintor
Andrés J. Sanz, natural de Corella y fascinado por la historia de este artista, organiza es quien organiza el homenaje en su honor. Al acto, que tendrá lugar en el Museo Arrese, asistirá Mercedes Puente para visitar por primera vez la ciudad, la cueva y la sepultura de su tío. La exposición permanecerá allí una semana.
Sanz, quien ya realizaba visitas guiadas por las calles corellanas a los 12 años, recogerá la biografía y algunos de los cuadros pintados por Soler a lo largo de su vida. El investigador y guía también presentará su nuevo libro, Recopilación histórica de la ciudad de Corella 1, con un capítulo dedicado al pintor. «Mostraremos elementos curiosos como sus pinceles, su testamento o su botella de agua».
Seis años atrás, primer intento en Corella de rendir tributo al artista
Ya en 2013, Andrés J. Sanz comenzó a escribir parte de la biografía del pintor. A partir de conversaciones con la familia de este y, especialmente, con su sobrina, Mercedes Puentes, trató de reconstruir su peculiar historia con la motivación de realizar entonces el homenaje que tendrá lugar en los próximos días.
No obstante, en palabras del investigador, en aquella ocasión no fue posible llevar a cabo el acto debido a «la falta de interés por parte del ayuntamiento de Corella, a pesar de que carecía de coste para ellos, y al fallecimiento de mi padre, que me supuso un duro golpe y no me quedaron fuerzas para seguir organizándolo».
Seis años más tarde, el contacto que el escritor ha mantenido con la familia de Soler y su empeño por honrar al pintor le han permitido profundizar en la biografía de este y celebrar al fin el ansiado homenaje.
Según Sanz: «El interés por contar la vida de Soler así como conmemorar su obra en un acto se deben a que fue un corellano de adopción que merece tener un espacio de recuerdo en nuestra ciudad y que las generaciones futuras al menos hayan oído hablar alguna vez de la existencia de su figura».
Asimismo, el investigador asegura que este homenaje es un acto muy esperado en la localidad navarra ya que «fue un personaje muy querido que nos enseñó que con humildad se puede vivir bien y hacer cosas grandes. Además, la mayoría de los vecinos tienen dos o tres cuadros pintados por él en sus casas». Muchas de estas obras pictóricas, las ha ido recogiendo Sanz en los hogares de la villa y son las que se expondrán mañana entre los muros del Museo Arrese.