Cada vez que oigo al bien remunerado Pere Navarro con sus cansinas peroratas sobre lo que él entiende por cuidar de nuestra seguridad se me parte la mandíbula de las carcajadas. Pero esos ataques de risa tan solo suplen, para no sufrir, las arcadas que me dan al ver el negocio que se ha montado alrededor de nuestra seguridad. Ya en otras ocasiones he puesto algunos ejemplos que demuestran que lo que de verdad importa es recaudar y lo de «por nuestro bien» es la excusa perfecta para el atraco.
Para muestra unas cuantas realidades. Si ustedes tienen la desgracia de pasar por el tramo entre la autovía del Barbanza y la autopista A-9, o por el tramo de autovía entre Santiago y el aeropuerto o, ya otra vez, entre Catoira y Carracedo, en días de invierno con niebla, llovizna o lluvia intensa, algo por otra parte inusual en esta Galicia seca y yerma, se acordarán del ínclito Navarro y sus mariachis hasta su tercera generación. Sobre todo en los dos primeros casos. No existen prácticamente marcas y el peligro es manifiesto. Una situación que se repite invierno tras invierno. Y no conozco ningún informe de la DGT para asaltar a multas a los responsables de esta gravísima negligencia.
El tramo de la autovía hasta el aeropuerto es muy peligroso, con peraltes insuficientes, y con esa nefasta señalización pone en peligro la vida de los muchos usuarios. Bastante más de un conductor circulan a 130 por autopista (velocidad permitida en muchos países de la UE). Pero claro, no vas a morder la mano de quien bien te alimenta. Mucho más fácil y, sobre todo, más rentable invertir en modernos radares.