Recuerdo el famoso lema de John Fitzgerald Kennedy: «No te preguntes qué puede hacer por ti tu país, pregúntate que puedes hacer tú por tú país». Pues bien, si lo aplicamos a los resultados obtenidos por el PSdeG en las pasadas elecciones autonómicas nos encontramos con que bien poco han hecho por sus siglas ciertos líderes socialistas, más pendientes de su propio acomodo que de su obligada fidelidad. Y así, el Bloque ha logrado su segundo sorpaso después de aquel de 1997. Casualidades de la vida, tuvieron que ser dos Caballero quienes sufrieran en sus carnes el hecho de pasar a ser tercera fuerza parlamentaria. ¿Cuestión de liderazgo? Depende. Abel Caballero, que parecía tratarse de un candidato sólido, con un bagaje importante en la política a nivel nacional, tan solo logró 15 escaños. Su sobrino Gonzalo, tocó fondo con 14.
¡Quién nos iba a decir que Abel Caballero, después de la debacle, llegaría a ser un líder carismático como alcalde de Vigo! Tal vez el carisma de un líder haya que verlo según en qué terrenos se desenvuelve. Para optar a una alcaldía, lo que más se valora es el carácter localista de un candidato. Y hasta me atrevería a decir que los ciudadanos no quieren alcaldes con elevada oratoria, sino más bien campechanos. Así lo supo ver Abel; capaz de hacer creer a sus conciudadanos que son los reyes del mambo y que la malvada Xunta es quien les niega los instrumentos. ¡Y a ver quién dice que no!.
A nivel autonómico, sin embargo, las simpatías no son homogéneas y suelen ir por barrios. Ni en A Coruña se puede decir ¡viva Vigo!, ni en Vigo lo contrario. Y cuando los diferentes comités provinciales consideran que no entran los suyos en las listas electorales (tal que pasó en A Coruña), se escaquean y dejan que el candidato se parta la crisma, para luego decir aquello tan socorrido de «xa o sabía eu». Claro está, esto solo sucede cuando el candidato no logra que su carisma y liderazgo sean incuestionables; tal que parece ser el caso de Gonzalo Caballero. Los abundantes trepas políticos, solo muestran su presencia ante un caballo ganador. Así se entiende la rápida y ventajista reacción de un par de representantes provinciales del PSOE ante las malas previsiones de la reciente encuesta de Sondaxe y la grata noticia de la absolución de Besteiro. Me parece a mí que Gonzalo Caballero, con este ¿inesperado? fuego amigo, no debería perder el tiempo preguntándose qué puede hacer por él su partido.