Las restricciones de acceso vacían los comedores de los restaurantes

Ana Gerpe Varela
A. Gerpe RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

CARMELA QUEIJEIRO

La obligatoriedad de presentar certificado de vacunación o un test provocó cancelaciones

27 jul 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

«A fin de semana tivemos menos da metade de traballo que se fora inverno. Anuláronme o 80 % das reservas que tiña», manifiesta Lito Rial, propietario del establecimiento pobrense A Batea do Castelo. La entrada en vigor, el pasado sábado, de nuevas restricciones en los municipios de Boiro y A Pobra -en nivel máximo por la alta incidencia de contagios- y Porto do Son y Ribeira -en el alto- ha supuesto un duro revés para los propietarios de restaurantes, que han visto como unos comedores para los que ya tenían el aforo completo pasaban a quedarse vacíos. La obligatoriedad de tener que presentar el certificado de vacunación, un test de antígenos o una PCR negativa fue la causa de que muchas personas dieran marcha atrás en su decisión de comer o cenar fuera.

Quienes lo han padecido más son negocios como el de Lito Rial, que carecen de terraza, pero hasta quienes disponen de espacio al aire libre aseguran haber tenido numerosas cancelaciones. Así lo manifiesta María Isabel Fernández, gerente del establecimiento de Porto do Son Playa Arnela, quien explica: «Anuláronnos moitísimas reservas, e aínda tivemos sorte porque algunhas persoas que viven cerca viñeron buscar o que ían xantar aquí para levalo a casa».

La empresaria indica que, en su caso, el hecho de disponer de terraza no les permitió equilibrar la balanza: «Co 50 % de aforo que temos o máximo é de 13 persoas, mentres que no comedor súbenos a 43». No oculta su desazón al manifestar que «tíñamos todo cuberto para a fin de semana e ao final traballamos menos da metade».

El motivo de estas anulaciones, explican los afectados, se debe a personas de otras comunidades que, pese a estar vacunadas, carecen del certificado y no pueden imprimírselo en las farmacias, o a clientes que, directamente, indicaron que no estaban dispuestos a realizarse ninguna prueba.

Personal de refuerzo

Esta drástica reducción de la actividad a finales de julio, cuando la hostelería confiaba en el verano para remontar tras las pérdidas sufridas durante el invierno, puede tener una consecuencia directa sobre los trabajadores contratados como refuerzo.

Así, la sonense María Isabel Fernández señala que su pretensión era incorporar a otra persona en agosto, para sumarse a los cuatro que iniciaron su labor en el arranque de la campaña estival: «Se isto continúa así non podo facelo porque non hai traballo».

Por su parte, un hostelero de Ribeira que dio de alta a tres profesionales para sumarse a los cinco que tiene para el resto del año se preguntaba: «¿Qué hago con el personal, le rescindo el contrato? Es muy complicado».

En Boiro, donde la quinta ola también ha disparado los casos de covid, el dueño del Fuxion, Jorge Matosián, reconoció que la afluencia de personas a su establecimiento fue «muy inferior a la que esperaba. Creo que la gente decidió no parar en el municipio, seguramente debido a las restricciones. Desde luego, estuvo por debajo de los otros fines de semana de este mes».

A la repercusión que están teniendo las limitaciones se suma, comenta José Luis Fernández, propietario del Faro de Sálvora de Aguiño, el tiempo. Comenta haberse visto perjudicado por las restricciones: «Nas xornadas que levamos coa obrigación de solicitar o certificado de vacinación ou as probas, notouse moito a baixada de xente».

Comenta que la terraza también tiene sus limitaciones: «Temos un 50 % de aforo e estamos moi condicionados polo tempo, que non está a ser demasiado bo este xullo». También en su caso explica que incrementó la plantilla en tres personas.

Lola Guirado: «Ya nos cancelaron una comida con una veintena de personas que iban a ocupar todo el salón»

La gerente del restaurante Alján de Ribeira, Lola Guirado, comenta que a raíz de las nuevas medidas de acceso al interior de los locales que rigen en el municipio «tuvimos un considerable bajón en el trabajo». Entre quienes habían reservado y luego decidieron posponer su cita estaban unos clientes que «venían con unas niñas de 14 y 16 años a las que no les habían hecho el test de antígenos». Pero las anulaciones van más allá: «Ya nos cancelaron una comida con una veintena de personas que iban a ocupar todo el salón el 7 de agosto. Nos dijeron que preferían aplazarla en vista de la situación».

 Lola Guirado subraya que «el interior no lo estamos cubriendo y la terraza, con un aforo del 50 %, limita mucho. Desconocemos cuánto va a durar esta situación». Sobre la temporada estival, recalca que «está resultando mucho peor de lo esperado. Este verano no salvamos. Vamos muy al límite. Hay que pagar salarios, la compra de mercancía, electricidad y otros desembolsos».

Incertidumbre

La quinta ola está pasando factura, obligando a intensificar las restricciones. Aunque no se han decretado cierres y no hay un toque de queda efectivo, lo cierto es que los contagios masivos que se están registrando desde hace unas semanas ponen de manifiesto que en el coronavirus no puede bajarse la guardia. De nuevo, el sector hostelero está sumido en una gran incertidumbre.