El enfermero pobrense que lleva nueve meses vacunando: «Teño ganas de acabar porque sería o principio da volta á normalidade»

BARBANZA

Pablo Domínguez comenzó a administrar las primeras dosis el 28 de diciembre en las residencias y ahora continúa en la Cidade da Cultura
15 sep 2021 . Actualizado a las 16:27 h.Cuando se embarcó en esta aventura, su objetivo prioritario era intentar poner su granito de arena y ayudar cuanto antes a acabar con esta pesadilla que trajo el coronavirus. Han pasado más de nueve meses desde que Pablo Domínguez (A Pobra, 1983) puso la primera vacuna contra el covid: fue el 28 de diciembre en una residencia de mayores, y luego seguiría inmunizando a los sanitarios en los hospitales, a los mayores de 80 años en los centros de salud, y desde hace meses participa en las campañas masivas que se pusieron en marcha en la Cidade da Cultura.
Ha perdido la cuenta de cuantas dosis ha pinchado, «porque o normal é que sexan unha media de 200 ao día por enfermeiro, pero houbo xornadas de máis e outras de menos. Levamos xa más de 700.000 en toda a área sanitaria». Aunque todo esto ha variado mucho a lo largo de los últimos meses, debido a la que distribución de vacunas no siempre ha sido todo lo rápida que se hubiera querido. «Aquí na Cidade da Cultura chegamos a ter días de 12.000 persoas, con quendas de mañá e tarde, houbo outros de 10.000, de 4.000. Dependía moito das remesas que se recibiran. Íamos un pouco sobre a marcha, porque podías planificar unha semana, pero logo chegaban máis e cambiaba todo», recuerda el sanitario.
Él fue uno de los 16 primeros enfermeros que inició la campaña de vacunación en el área sanitaria de Santiago y Barbanza, lo que le permitió convertirse en coordinador de los equipos una vez que se iniciaron las campañas en el Gaiás. «Houbo días que chegamos a ser 33 enfermeiras pinchando, outras 15 cargando, catro auxiliares, outras catro persoas de servizos xerais, ademais de seguridade, Protección Civil», enumera. Lo peor de este amplio despliegue para atender a tanta gente es que también se multiplican las incidencias que van surgiendo: personas que no acuden para la segunda dosis, otros se vacunaron en otro país con la fórmula china o rusa o que se tienen que marchar, «tivemos toda a casuística posible».
Los más agradecidos
De todos los grupos de edad a los que ha tenido que inmunizar, el pobrense reconoce que los mayores «eran os máis agradecidos porque sabían que corrían o maior risco. Logo, canto más xoves, pois son máis impacientes, non poden esperar, e teñen máis problemas. Agora cos máis mozos temos máis incidencias previas á vacinación, con moito nerviosismo, ataques de ansiedade e desmaios».
Cuando parece que la campaña de vacunación toda a su fin, él no tendría ningún problema en continuar, «porque isto xa está rodado, xa funciona e hai que sacarlle o máximo partido. Pero a idea é que este punto da Cidade da Cultura se pechará en breve porque xa se chegou a todos os grupos de idade permitidos».
Pablo Domínguez hace balance de todos estos meses y, «aínda que agota e cansa moito», considera que ha sido muy gratificante poder ayudar a luchar contra el covid. «A experiencia foi moi positiva, pasou moita xente, fixemos un gran equipo e sabes que estás traballando para poñerlle fin a esta etapa que nos tocou vivir, e que por fin podemos volver a normalidade. Por unha parte, teño ganas de acabar porque sería o principio da volta á normalidade», apunta.
