Regístrate gratis y recibe en tu correo las principales noticias del día

El sonense que salva tortugas, arrecifes de coral y otros tesoros marinos

María Xosé Blanco Giráldez
m. x. blanco RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

cedida

Alberto Queiruga lucha en Cabo Verde por conservar el ecosistema, pero ha trabajado antes en Malasia y Costa Rica

07 nov 2021 . Actualizado a las 12:24 h.

La contaminación, el cambio climático, la destrucción de los hábitats, las prácticas ilegales... La lista de amenazas que ponen en peligro los ecosistemas marino y terrestre es de sobra conocida, pero pocos son los que se animan a hacerle frente, a luchar para mermar sus consecuencias. Alberto Queiruga (Porto do Son, 1988) es uno de esos guerreros. Pese a su juventud, ha recorrido diversos países involucrándose en proyectos que tienen la conservación ambiental como objetivo principal. Cabo Verde, Malasia y Costa Rica han sido algunos de los destinos donde ha aportado su grano de arena en favor de la preservación de los tesoros naturales.

Pese a que ha desarrollado su carera de científico ambiental en diversas áreas, apunta hacia la conservación de las tortugas marinas como la línea de actuación principal. El amor por esta especie surgió en su primer destino: la isla de Sal, en Cabo Verde. A través de las redes sociales encontró allí una oportunidad laboral en un ámbito por el que siempre había sentido atracción y no dudó en hacer la maleta.

Aunque Praga, a donde llegó con una beca Leonardo Da Vinci para trabajar como educador ambiental, y el parque natural de las sierras de Aire y Candeeiros (Portugal), donde formó parte de un proyecto de voluntariado, fueron sus siguientes paradas, la pasión por las tortugas llevó a Alberto Queiruga a cruzar el charco para aterrizar en Costa Rica. También allí trabajó en la recuperación de especies amenazadas, desarrollando su labor en una pequeña playa donde la arena, periódicamente, se cubre de miles de ejemplares recién nacidos.

Malasia fue otro de los países en los que este sonense desempeñó su papel de ángel de la guarda de las tortugas marinas, tarea que compatibilizó con otras líneas de trabajo, como la conservación y restauración de arrecifes de coral y pastos marinos o la lucha contra la contaminación. Recientemente, regresó a su primer destino para coordinar el departamento de conservación de la oenegé Biosfera Cabo Verde: «É un posto que me dá a opción de medrar noutras áreas, como a de redactar proxectos ou obter financiamento».

Entre esas iniciativas que la organización tiene en marcha figuran proyectos para ponerle freno a la contaminación, que incluyen la puesta en marcha de una industria para la transformación del material hallado en las playas; así como planes para estudiar y conservar los tiburones y las rayas; para preservar las aves marinas y, como no, para proteger las tortugas. Además, Alberto Queiruga y su equipo trabajan en la creación de áreas marinas protegidas, planteando incluso un corredor ecológico de 30.000 kilómetros cuadrados, y en la promoción de la pesca artesanal como modelo sostenible.

Un papel fundamental

Con Biosfera Cabo Verde, el sonense cumple un importante papel en la protección de una rica biodiversidad: «Nos países europeos xa son os gobernos os que toman partido neste tipo de cuestións, pero aquí non, por iso é tan importante o papel deste tipo de organizacións».

De todo el trabajo realizado hasta la fecha, el científico no duda a la hora de elegir su implicación en la conservación de las tortugas marinas como su bandera: «Teño unha relación especial con este animal, foi co que empecei nisto e sempre estivo presente na miña traxectoria». Aunque añade que disfrutó especialmente en Malasia, aportando su grano de arena a la preservación de los arrecifes de coral: «Aínda que é triste sacar unha rede de 100 ou 200 metros do fondo do mar, porque ves os efectos da industria pesqueira, tamén é un traballo moi satisfactorio».

En los planes de Alberto Queiruga está continuar en Cabo Verde, unos tres o cuatro años, para regresar después a su Galicia natal, donde cree que también tiene mucho que aportar en la conservación de la biodiversidad, tanto en el ámbito marino como en el terrestre. Su sueño es darle forma aquí a su propia oenegé, para importar todo lo que ha aprendido a lo largo de estos años. A nivel acuático, quiere poner el foco en la contaminación y la conservación: «Hai importantes bosques de algas e pastos mariños que se poderían monitorizar e tratar de restaurar». En tierra firme considera que urge actuar para frenar la pérdida de la biodiversidad: «Hai un ecosistema moi importante, o do monte atlántico, que se está perdendo en favor do monocultivo, un tipo de industria forestal que acaba coa vida rural».