El incendio de Cures es el más voraz de los registrados en la zona desde el 2019

La imagen de la sierra de Barbanza envuelta en llamas en la noche del jueves era tan impactante como sobrecogedora. Una línea de fuego se extendía de un extremo a otro y hacía presagiar una noche larga. Lo fue, y dio paso a otro día todavía más largo en el que los numerosos medios de extinción desplegados en el monte boirense lucharon sin descanso para tratar de controlar un incendio que, ayer al anochecer, no solo seguía activo, sino que estaba fuera de control. Las más de 400 hectáreas quemadas, según el último recuento de Medio Rural, convierten al fuego forestal originado en Cures en el más voraz de los registrados en Barbanza desde el 2019.

Tras las primeras horas del incendio, la imagen que mostraban las zonas arrasadas por las llamas era desoladora, con un paisaje completamente negro y humeante que no dio tregua en todo el día. Después de una noche en vela, parecía que el viernes amanecía con cierta tranquilidad, pero fue solo un espejismo porque de pronto comenzaron a aparecer las reproducciones. «Pasei toda a noite en vela na ventá sen durmir. Ás sete da mañá estaba todo tranquilo e os bombeiros marcharon, pero de súpeto prendeu de novo e cando nos demos conta xa vimos unhas chamas tremendas», contaba una vecina de Mosquete que tuvo el incendio a escasos metros de su casa. Acompañada por su nieta, la mujer temía otra noche sin dormir: «Dan vento ata o domingo».

Aunque uno nunca se acostumbra a vivir con el miedo en el cuerpo, lo cierto es que los vecinos de Mosquete, Montaña, Montañó o Piñeiro, así como los de la parroquia de Cures, están curtidos en lo que se refiere a hacer frente a los incendios. De hecho, el último fuego importante registrado en el municipio de Boiro arrasó cerca de 96 hectáreas en las inmediaciones de esos núcleos a finales de marzo del 2019; y casi una década antes, en el 2010, fueron 450 las hectáreas calcinadas.

En cuanto a Cures, punto de inicio del fuego que desde la tarde del jueves mantiene en vilo a toda la comarca, es una de las cuatro parroquias de Barbanza —y una de las cinco de la provincia— declaradas de alta actividad incendiaria por la Xunta de Galicia, un listado de dudoso honor del que Cures forma parte por la reiteración de los incendios forestales en su territorio. Entre el 2017 y el 2021, se contabilizaron un total de 42 focos importantes en la zona.

Numerosas reproducciones

Con todo, este último incendio está resultando especialmente destructivo, favorecido, en gran medida, por las fuertes rachas de viento del nordeste que soplan en la comarca desde el jueves y que favorecen que el fuego se extienda y que aparezcan reproducciones en puntos donde la situación ya se daba por controlada.

A ello se sumó, en la mañana de ayer, la aparición de un nuevo foco en las proximidades del núcleo de Piñeiro que, a la postre, acabó obligando a decretar el nivel 2 de alerta por la proximidad de las llamas a las viviendas. Eso ocurrió a media tarde, y una vez que las casas estuvieron a salvo, los esfuerzos se concentraron en Montañó, donde el fuego se reavivó llegando al perímetro de la aldea.

Según el último recuento oficial, eran 400 las hectáreas calcinadas, pero el fuego seguía activo y era bien visible desde distintos puntos de la comarca e, incluso, desde el otro lado de la ría. El alcalde boirense, José Ramón Romero, temía el momento en el que los medios de extinción aéreos tuvieran que retirarse al caer la noche: «A situación segue sendo complexa, o lume está próximo ás casas e cando marchen os avións si que podemos ter problemas serios».

«Pola noite quixéronnos evacuar porque o lume chegou á pista da aldea»

Las previsiones meteorológicas apuntan que el viento del nordeste se mantendrá durante la jornada de hoy, un enemigo para los equipos de extinción que en el día de ayer propició varias reproducciones del incendio. Entre los puntos en los que la situación se daba por controlada y finalmente hubo que volver a intervenir se encuentra Cubelo, el lugar en el que empezó todo el jueves por la tarde.

Aunque en un principio el humo que a última hora de la mañana comenzó a verse de nuevo en la zona no preocupaba en exceso porque allí ya estaba todo arrasado, finalmente el fuego cortó el acceso a la aldea de A Figueira, donde ya la noche previa su amenaza había estado muy cerca. Lo contaba una vecina, que pretendía volver a su casa después de trabajar y se encontró con el paso cortado por el incendio: «Quixen pasar pero dei marcha atrás porque non vía nada co fume».

Efectivamente, ardía a ambos lados de la carretera y ella temía que, esta vez sí, el fuego llegase a las casas de A Figueira: «Pola noite quixéronnos evacuar porque o lume chegou á pista de entrada á aldea, pero o vento levaba o lume cara arriba. A ver se non arde agora o que non se queimou onte».

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