
Ángela Ríos ha formado parte del elenco de series reconocidas como «O sabor das margaridas»
21 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.Las artes escénicas son parte de ese universo cultural del que todos disfrutamos diariamente, ya sea por medio del teatro, la danza, la música o el cine. En este tipo de proyectos hay gente como Ángela Ríos (Noia, 1994), una persona que se define a sí misma como «actriz y lo que surja» y que se mueve dentro de este mundillo desde su infancia.
«Mi padre tuvo varias orquestas de pachanga y luego algo de rock», comenta Ángela. Debido a la conexión de su progenitor con el ámbito musical, ella comenzó a componer canciones para las que él preparaba la música y que ella cantaba en el garaje. Sin embargo, su conexión con este ámbito no se reduce a ese espacio, sino que a los 8 años también comenzó a estudiar violín.
Realizando sus años de instituto en el IES Virxe do Mar, un profesor de biología reclutó a todos los alumnos que tocaban un instrumento y ahí nació el grupo Teethless: «Yo no tenía los dientes de delante, por eso el nombre. Montamos varias canciones e hicimos nuestro primer concierto en Noia, en una época muy dinámica en la que en las calles había actuaciones casi todas las semanas, algo que ahora echo en falta».
Formación
«Yo no soy apasionada de nada, fui a lo que se me daba bien», asegura. En el momento de elegir qué quería estudiar empaquetó todas las cosas que hacía: canto, teatro y baile, descubriendo el teatro musical. «Me fui a Málaga para estudiar el grado, tuve muy buenos profesores y aprendí muchísimo», comenta. El problema surgió cuando en el segundo curso le negaron la beca y «en casa no podían permitírselo, tuve que compaginar varios trabajos al mismo tiempo». No obstante, gracias a las becas de la fundación Otilia Millares, pudo continuar con sus estudios.
Una vez realizada la carrera, decidió meterse en el Estudio Corazza de Madrid. Sin embargo, debido a una emergencia familiar tuvo que ponerle pausa a sus estudios en la capital: «Mi abuelo enfermó y no sabía cuánto tiempo iba a durar la situación, así que tuve que parar y empezar a trabajar en el mar».
Pero un día, estando como voluntaria en la entrega de cortos de Noia, le comentaron que estaban a punto de dar comienzo las pruebas para el Centro Dramático Gallego: «Desconocía el gran trabajo que se hace en el Salón Teatro, pero me presenté y me cogieron». Así fue como se encontró trabajando con Chévere Teatro, que está conformado por gente como Patricia Lorenzo, Miguel de Lira o Manuel Cortés.
«Mi año en el Centro Dramático fue genial, nunca imaginé que llegaría a actuar en el Teatro Español de Madrid», asegura. Sin embargo, volviendo a la capital y viéndose atrapada por la pandemia se preguntó si realmente la actuación le gustaba tanto: «Ya había hecho webseries, cortos e, incluso, salí en O sabor das margaridas». Pero estaba cansada de realizar trabajos que le desgastaban, dándose cuenta de que había dejado de lado algo que realmente le gustaba: cantar.
Desmitificar la precariedad
«Yo no admiro a la gente por lo que haya dado para llegar a un sitio, admiro a los que saben admitir que se han rendido porque lo difícil a veces es ser responsable», asegura. Por ese motivo comenzó a rechazar papeles y centrarse solo en cosas con las que se sentía identificada. «Además, llevaba tres años sin cantar hasta el punto de que cuando lo intentaba se me rompía la voz», cuenta.
Fue en esta circunstancia en la que conoció a Florencia Carchak, una reconocida profesora de canto argentina que estaba a punto de mudarse a Madrid. «Le hablé por Instagram y me prometió que en seis meses estaría cantando, algo que conseguí en tres», asegura. Debido a la buena relación que desarrolló con esta profesora, en la actualidad están montando un espectáculo dramatizado con canciones de la historia de la música pop de todas las épocas, «pero versionadas y con arreglos de jazz».
Pretenden empezar a mostrar este espectáculo en octubre en Madrid y, a partir de ahí, recorrer el país. Pero, Ángela Ríos insiste en que lo que la sustenta económicamente es ser office manager y asistente ejecutiva, ya que «el arte es un oficio que requiere muchos recursos y tiempo y yo he decidido ser responsable, en primer lugar, con lo ordinario», sentencia.