Dos profesores retirados convierten en un libro el reto de escribir un relato a partir de una palabra

Son muchos los que creen que las casualidades no existen. Que detrás de cada encuentro, de cada pequeño capricho del destino, hay un motivo más profundo, aunque el ser humano no siempre sea capaz de entenderlo.

En el caso de Carmen Fernández y Emilio Castro, ambos profesores jubilados, el haberse conocido en uno de los centros en los que ejercieron su profesión, aunque no lo supieran en ese momento, marcaría años después su realidad.

De hecho, resulta raro seguir creyendo en las casualidades cuando se conoce más sobre la historia de la obra que ahora publican conjuntamente, Entre nós. «Quedé un día con Emilio para tomar un café y le llevaba un librito que había escrito para regalárselo. Lo curioso es que él había estado creando otro ejemplar, y me lo traía para que lo leyera. Yo llevaba tiempo queriendo publicar algo, y se me ocurrió que él podría ser el compañero perfecto», explica Carmen Fernández al comenzar a hablar de su libro.

En cuanto a Entre Nós, el libro se basa en el poema japonés, el haiku, como preámbulo para hablar de todo un poco, de lo que hay dentro de sus cabezas. Pero la forma en la que los profesores retirados llegan a este tipo de formato no deja de ser especial para ambos. «El día que cumplí 60 años y me jubilé, mi hijo me pidió 60 palabras, sin decirme para qué. Con cada una de ellas me mandó un haiku, y me llevaban a momentos especiales, a recuerdos atesorados. Cuando los terminé, leí lo que había escrito y aprendí lo importante que es escribir sin trabas. De este modo descubrí su magia, y decidí hacer lo mismo con Emilio después, hasta llegar a 24 pequeños relatos en gallego».

Aspecto diferenciador

Precisamente la lengua de los poemas fue un aspecto crucial para la composición del libro, y uno de los tantos puntos en los que tanto Carmen Fernández como Emilio Castro estaban completamente de acuerdo. «Ela escribira en castelán, pero tirar deste poema xaponés como fonte de inspiración e facelo en galego é o que facía diferente o libro», explica Castro.

En cuanto a las temáticas, Emilio Castro relata que, para llegar a las palabras que servían de punto inicial para los relatos, fue necesario un trabajo mano a mano: «Fomos facendo. Cada un escollía unha palabra. Paseniño ou carallo son dous exemplos», recuerda el profesor entre risas. «De feito, esa palabra malsoante, tan nosa, inspiroume para facer un relato sobre unha aventura ciclista que tiven noutro tempo cos meus amigos, e a ela xurdiulle un tema da súa aldea. Iso é o bonito, que cada mente vai en direccións distintas».

Ahora, el fruto de esa recopilación de historias está publicado a través de la editorial Medulia, pero sus autores rechazan el término de escritores. «É un termo tan sumamente serio que non podo apropiarme del. Eu son afeccionado a escribir como podo selo a ir en bicicleta, pero non podo compararme con outros creadores tan fantásticos que hai, por exemplo, na zona do Barbanza. Nós temos a paixón, as horas de traballo, pero non nos converte en profesionais neste campo», sentencia el profesor

Derroche de creatividad

Otro de los aspectos que destacan del trabajo conjunto que se esconde en las páginas de Entre nós son sus ilustraciones, que también tienen el sello de talento barbanzano. «Falamos con Fran Muñiz, un rapaz de A Pobra que destaca neste campo. Ensineille os textos e tirou da imaxinación», explica Castro.

En cuanto al proceso de creación de estos originales dibujos, que convierten el poemario en una joya, Fran Muñiz señala que supuso un gran reto creativo: «Tienes que fusionar el sentir de cada uno de los dos autores y volcar lo que tú sientes entre medias. Es complejo porque, aunque tengas libertad, el mensaje debe ser siempre claro, el lector tiene que entender lo que quieres ilustrar».

Ahora, pese a que las circunstancias personales de los autores han impedido que presenten el libro en público, se preparan para darlo a conocer: «O poemario é pequeno pero hai moitas mans detrás, e merece que a xente o lea», concluye Emilio Castro.

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