De Boiro a Lanzarote para regentar un restaurante que es número uno en cocina marinera

BARBANZA

Rafael Suárez y María Vázquez se fueron a la isla en los 90 para trabajar y hoy están al frente de un negocio en El Golfo
13 jun 2023 . Actualizado a las 21:05 h.El archipiélago canario fue, durante un tiempo, el destino de un buen número de barbanzanos que abandonaron la comarca en busca de fortuna. Muchos regresaron, pero otros convirtieron alguna de las islas afortunadas en su hogar. Fue el caso de Rafael Suárez y de María Vázquez, dos boirenses de Triñáns y Cures, respectivamente. Se fueron a Lanzarote a finales de los 90, tratando de abrirse camino en el mundo de la hostelería, y hoy son los propietarios de un restaurante en la localidad de El Golfo, que es número uno en cocina marinera.
Llegar a la cima que establece el portal TripAdvisor, donde los ránkings se elaboran a partir de las reseñas de los clientes, no fue un camino de rosas. Al contrario, Rafael Suárez reconoce que los comienzos fueron especialmente complicados: «Tiña 25 anos e lanceime á aventura. En Boiro traballaba nunha cafetería e tamén de extra nunha discoteca». Tras una primera experiencia, regresó a su tierra, conoció a María Vázquez y ambos pusieron rumbo a Lanzarote. Su primer destino fue Puerto del Carmen, un lugar que no atrajo especialmente a los boirenses: «Alí todas as cartas son iguais, é unha cociña impersoal, especialmente dirixida aos turistas».
El destino quiso después que acabaran en El Golfo, un pequeño pueblo situado al suroeste de la isla, antiguo asentamiento de pescadores, que hoy es un reclamo turístico por su proximidad con el Charco de los Clicos, una laguna de intenso color verde que es visita imprescindible. Tras un par de años trabajando allí, les surgió la posibilidad de coger las riendas de un restaurante montado en la década de los 80 y, aunque la apuesta era arriesgada, se decidieron.
En sus inicios, la pareja contaba con un cocinero y un ayudante para atender Casa Rafa, pero hoy tiene a su cargo a una decena de trabajadores, entre los que figuran un jefe de cocina, Ángel González, y una cocinera, Rosario Fernández, que son de Santiago. Una carta que se nutre de los productos locales, sobre todo los procedentes del mar, y se completa con pescados y mariscos de Galicia es el secreto de su éxito: «O produto de aquí, sobre todo o que se captura na pesca de barquillo artesanal, é o que nos diferenza».
Estrellas de la carta
Tataki de atún rojo, pulpo a la plancha con mojo de cilantro, arroz de carabineros y fresas con helado de queso de cabra casero son las especialidades en una carta en la que tienen su espacio navajas, mejillones, bogavantes, almejas... El amor por la tierra que dejaron atrás también queda patente en la decoración del establecimiento, de la que forman parte una fotografía de los remeros de Cabo de Cruz y una camiseta firmada por estos mismos deportistas.
Rafa reconoce que pese al tiempo que ha pasado aún siente morriña: «Non hai cousa que máis me guste que chegar a unha mesa e poder falar galego cos clientes». Y ello sucede con relativa frecuencia, pues su negocio es parada de habitual de parte de los muchos gallegos que eligen Lanzarote para disfrutar de sus vacaciones.
Como en la tierra que lo vio nacer, reconoce que la falta de camareros es uno de los principales problemas de la hostelería. Ello, sumado a la bofetada de realidad que le dio la pandemia, cambió radicalmente la forma de trabajar del boirense. Desde el confinamiento, Casa Rafal solo abre de 12.00 a 17.00 horas: «Facturamos practicamente o resto ca antes, xa que para atender nun horario máis amplo precisariamos tamén un cadro de traballadores maior». Y tiene claro que la fórmula elegida es la idónea: «Non cambio a calidade de vida polo diñeiro. Iso está ben cando tes 20 ou 30 anos, pero agora non hai corpo que aguante un horario tradicional de hostaleiro».
De la que ya es su tierra, el boirense destaca, cómo no, el clima: «Estar a 22 graos no inverno é unha marabilla». Pero no lo único con lo que se queda de Lanzarote: «Aquí a xente vive con máis liberdade, porque cada un anda ao seu, sen preocuparse polo que fai ou deixa de facer o veciño. Hai persoas de tantos lugares e con costumes tan distintos que ninguén se fixa nos demais». La familia, lo amigos, el paisaje y algún que otro alimento encabezan la lista de aquello que aún hoy echa de menos: «Aquí podes conseguir viño, marisco e calquera produto galego, menos un bo pan. Sempre pensei que un dos segredos do polbo é o seu acompañamento».