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Un siglo del naufragio en Corrubedo del Highland Loch, que encalló con el equipo de fútbol escocés Raith Rovers

Ramón Ares Noal
Moncho Ares RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

El equipo del Raith Rovers en un hotel próximo al puerto londinense de Tilbury poco antes de partir rumbo a las islas Canarias
El equipo del Raith Rovers en un hotel próximo al puerto londinense de Tilbury poco antes de partir rumbo a las islas Canarias ARCHIVO ABDÓN DORCA

Hoy se cumplen cien años de un percance marítimo que acabó bien

02 jul 2023 . Actualizado a las 19:37 h.

Todavía hay quién se pregunta qué tiene Corrubedo para ejercer tanta atracción. De sus atributos naturales, no hay duda; de su privilegiada situación geográfica, en el extremo de la península de Barbanza, tampoco; de su esencia marinera, menos aún; ni de esa capacidad de casi palpar las sensaciones de la inmensidad del Atlántico desde el cabo sin mojarse en el océano. Pero hay un factor clave que ha forjado la parte legendaria de esa atracción, los percances marítimos, muchos de ellos trágicos, pero otros, incidentales. Y de uno de estos se cumple hoy un siglo, y tuvo como protagonistas al buque inglés Highland Loch y al equipo de fútbol de la primera división escocesa Raith Rovers.

El periodista Abdón Dorca, con ascendientes en Corrubedo y residente en la misma población, realizó un impecable ejercicio de investigación y recopilación de informaciones, imágenes e incluso testimonios sobre aquel incidente que milagrosamente no acabó en tragedia, que publica en su blog cabocorrubedo.com

 La singladura

El Highland Loch zarpó del puerto de Tilbury el 28 de junio de 1923 con destino a las Islas Canarias. Un total de 18 integrantes de la plantilla del Raith Rovers, 13 de los cuales eran jugadores, iban a bordo premiados por el club, por haber finalizado la liga en novena posición. Cuenta Dorca que aquella clasificación no había sido tan meritoria como la anterior, que acabaran terceros, detrás de dos históricos como el Celtic de Glasgow y el Glasgow Rangers, por la que también fueran primados con un viaje, pero aquel a Dinamarca.

El buque tenía 126 metros de eslora, 17 de manga y 11 de puntal
El buque tenía 126 metros de eslora, 17 de manga y 11 de puntal archivo abdon dorca

El barco tenía una eslora de 126 metros, 17 de manga y 11 de puntal, desplazaba 7.493 toneladas y formaba parte de una división de la Nelson Line que transportaba carne congelada y pasajeros y viajaba a Canarias, Río de Janeiro, Montevideo y Buenos Aires.

Sobre las ocho y media de la mañana del 1 de julio de 1923, el Highland Loch navegaba frente a Corrubedo en un mar cerrado de niebla, según pasajeros que se encontraban en cubierta, y, al parecer, un barco de pesca se había dirigido al buque británico unos minutos antes para advertir del peligro de navegar por la zona, pero llegó tarde, ya que el mercante colisionó con los bajos de A Marosa y quedó recostado en la piedra por la parte de estribor, con riesgo de volcar.

A bordo viajaban 200 pasajeros y escribe Abdón Dorca que el capitán, haciendo gran ademán de sangre fría, dio orden de que los pasajeros se pusieran los chalecos salvavidas y arriaran los botes del salvamento. Como mandan los cánones, las mujeres y los niños fueron los primeros evacuados, y los últimos, los tripulantes. Detalla el periodista que la operación duró menos de 15 minutos y que en el rescate participaron «tres vaporcitos» que se ofrecieron a remolcar los botes hasta Corrubedo y Vilagarcía, según publicaciones de la prensa que se hacía eco del incidente el 2 de julio de 1923.

Antes de abandonar el buque, la tripulación cerró los compartimentos estancos para que el agua, que estaba inundando la bodega número 3, no alcanzase a todo el barco y este acabase hundiéndose. Se avisó a la consignataria, que se dispuso a enviar un remolcador, pero no fue necesario ya que, aprovechando la pleamar, se consiguió reflotar la nave que continuó rumbo a Vigo, un poco hundida de proa.

Dos días más tarde comenzaba la reparación provisional del casco, ya que la casa armadora quería arreglar la avería a fondo en un astillero inglés, zarpando para el Reino Unido el viernes 20.

Tras cinco horas en un bote, buscaron comida, pero los vecinos no entendían el idioma

«Desde que salimos de Tilbury, todo había ido alegremente como la proverbial campana matrimonial hasta la mañana del domingo a eso de las ocho y media, cuando, sin la menor advertencia, nos dimos duro y rápido con una roca. ¡Qué conmoción y qué experiencia!». Son palabras del capitán del Raith Rovers, Billy Inglis, que recoge Abdón Dorca en su publicación. Aseguraba el futbolista que muchos pasajeros estaban todavía en cama cuando se ordenó que se pusieran los salvavidas, y suponía que la mayor parte no sabía colocarse el elemento de seguridad.

Explicaba, asimismo, que fuera del buque «fuimos puestos al cargo de los marineros españoles y algunos desembarcamos en un pequeño pueblo de pescadores llamado Corrobedo, mientras otros fueron directos a Villagarcía. Después de cinco horas en un bote abierto, lo primero que buscamos fue comida, naturalmente, pero, ¡ay!, en Corrobedo no conseguimos hacernos entender y los nativos no le encontraban uso al dinero inglés».

 Llevados a Vilagarcía

Inglis aseguraba que después de estar sobre una hora en Corrubedo, fueron de nuevo embarcados en un bote a motor y llevados a Vilagarcía, donde estaban los otros miembros del equipo. «Aquí fuimos más afortunados en lo que respecta a la comida y huelga decir que el equipo y los directivos hicieron justicia a la primera pitanza del día a las 3.30 de la tarde».

Contaba asimismo que por los pueblos de Galicia por los que pasaron «parecíamos despertar una cantidad extraordinaria de curiosidad, y sin duda fue divertido escuchar a algunos de los comediantes de nuestro equipo hablando con los nativos en escocés con una sobreabundancia de gestos franceses».