El problema de la Federación Española de Fútbol con la selección femenina se debe a una sola circunstancia, la evidente incompetencia de sus directivos. En ese contexto algunos han dejado aflorar ese Torrente que llevan dentro y, envueltos en la clásica fragancia carpetovetónica Oh de Cochón, se han tirado al monte de las redes sociales y algún medio de comunicación. Que de tanto pisar la misma tierra ya retocen en lodazal se la trae al pairo.
A falta de razón y argumentos les parece suficiente chapotear para ensuciar los de aquellas que defienden legítimamente su interés e integridad. Niñatas, prepotentes, impresentables, chantajistas y mentirosas, les dicen. Que se aprovechan de su condición de mujeres; esa misma que tiene brecha salarial, discriminación en puestos directivos, cerca de 20.000 víctimas de delitos contra la libertad sexual, cientos de miles de malos tratos y de decenas de muertes al año.
¿Chantajistas? ¿Qué es chantaje? ¿Decir basta ya después de haber avisado de todas las formas posibles y durante mucho tiempo? ¿O que te convoquen para hacer algo que has dicho que no quieres hacer con la amenaza de destruir tu carrera deportiva si no acudes? ¿Mentirosas? ¿Qué son entonces aquellos que falsearon notas de prensa y conversaciones? ¿Y una seleccionadora (que recordemos iba a ser nombrada directora deportiva por Rubiales) que aseguró haber pactado y hablado la convocatoria con las jugadoras sin ser verdad? Menos mal que CSD ha puesto un poco de sentido común.
Y una evidencia. Ni somos xenófobos, ni homófobos, ni machistas. Pero a muchos a poco que le urgen en el lado oscuro les salta el machete.