Jaime Bello, animador sociocultural: «Todo o mundo debería facer un voluntariado»
BARBANZA
El técnico del Concello de Boiro forma parte de un programa de cooperación internacional en Mozambique
08 oct 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Cada decisión en la vida tiene un peso diferente. No es lo mismo escoger entre dos piezas de ropa que entre un empleo u otro, por el contrario, hay elecciones en las que más vale no fallar. Una de ellas es la de traer una criatura al mundo, pues lo que en algunos hogares sería fuente de alegría para unos padres que llevan meses o incluso años intentando conseguir el milagro, en otros puede ser un jarro de agua fría. Las diferentes formas de concebir la paternidad determinan el crecimiento de ese hijo, al que algunos progenitores hacen menos caso que a un cactus.
No todas las historias de menores con vidas desestructuradas parten de una familia problemática, pero sí que es cierto que muchos de ellos acaban en programas específicos como el del colegio Don Bosco de Santiago, en el que Jaime Bello, técnico y animador sociocultural del Concello de Boiro, empezó sus aventuras como voluntario a los 17 años.
Cuenta que él mismo fue uno de esos adolescentes que dio guerra en casa y que ayudar a otros chicos más jóvenes le permitió salir del mal camino y darse cuenta de que su razón de ser era dedicarse a los demás: «Faciamos un pouco de todo con eles, actividades, apoio nos estudos... Dalgunha maneira tiñas que converterte nunha figura de referencia para os rapaces».
La sociedad suele vivir bastante de espaldas a este tipo de realidades, quizás sin saber que el contacto con estos menores puede ser una enorme fuente de conocimiento: «Todo o mundo debería facer un voluntariado, é unha experiencia moi enriquecedora». Aunque todo se diluye con el paso del tiempo, piensa que los 9 años que se pasó echando una mano en el centro santiagués fueron una etapa especial en la vida de estos chicos, a los que muchas veces se encuentra por la calle e intercambia palabras de cariño: «Algúns deles foilles ben despois, outros igual non tanto, pero todos lembran esa época con agarimo».
El cambio de los chavales cuando alguien les ofrece un vínculo estable y seguro es brutal, según el boirense: «Cando alguén medra nun entorno complicado, necesita figuras que apoien e escoiten».
Este afán de cuidar de los demás, sobre todo de los más pequeños, ha llevado al barbanzano a liderar el grupo Turbina, una iniciativa ideada por él y una compañera de trabajo hace unos años con la que han logrado formar un grupo bastante homogéneo de jóvenes que invierten su tiempo libre en tareas en favor de la comunidad. Los chicos, que tienen entre 14 y 21 años, suelen ser avisados por las entidades solidarias locales de Boiro para que les ayuden a organizar actividades como recogidas de ropa para Cáritas o caminatas para recaudar fondos para investigación sobre enfermedades como el cáncer.
Marraquech
El barbanzano no le tiene miedo a nada, por eso no cambió el destino de su esperado viaje de vacaciones a Marruecos cuando se enteró del terrible terremoto que sacudió el país africano el pasado mes de septiembre: «Dende o primeiro momento ofrecinme a axudar ou desprazarme ás zonas máis afectadas, pero foi imposible».
Explica que aunque intentó ponerse en contacto con asociaciones sin ánimo de lucro, muchas ya habían organizado complejos dispositivos en los que meter a un miembro a mayores hubiese sido más bien un perjuicio en vez de una aportación. «Alí deime conta da enorme resiliencia do pobo marroquí, conservan máis esa maneira que tiñan na xeración dos nosos avós de botar unha man todos xuntos para reconstruír a casa dun veciño».
La verdadera aventura empezará en apenas unos días, cuando parta rumbo a Mozambique a través del Fondo Galego de Cooperación. Allí pasará un mes en el centro de acogida de menores Casa do Gaiato, en la ciudad de Maputo.
Comparte que se siente muy emocionado de poder ir al país africano a echar una mano en lo que pueda, pero también a empaparse de la cultura local: «É unha realidade distinta que quero coñecer, quero dar o mellor de min». Piensa que lo más difícil será la vuelta después de 30 días rodeado de niños a los que seguro que les va a coger cariño: «Sempre acabas creando un importante vínculo emocional».