Barbanza arrasa en los Premios Quijote de fotografía: «Aquí non nos impresionan pero fóra alucinan coas mariscadoras»
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BARBANZA
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El noiés Víctor Martínez y la ribeirense Flora Iglesias obtuvieron tres galardones
21 nov 2023 . Actualizado a las 10:50 h.No es cosa fácil tomar una buena fotografía. A pesar de que la mayoría de ciudadanos cuentan con un dispositivo móvil capaz de capturar miles de instantáneas, muchas acaban siendo poco más que un bulto añadido en la memoria de estos aparatos. Selfis que no salen bien, imágenes que salen movidas por culpa del viento o algunas tomadas de fiesta que no enseñan la mejor versión de uno mismo no pueden compararse con verdaderas obras de arte realizadas con objetivo y obturador en las que quedan recuerdos enlatados para siempre.
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Esta manera de captar y guardar pequeños recortes del mundo es lo que ponen en valor los premios Quijote de la Asociación de Fotógrafos Profesionales de Castilla La Mancha (Afocam). El gran ganador de la gala de este año, celebrada este fin de semana en Ciudad Real, fue el noiés Víctor Martínez, más conocido como Pichero, que se hizo con el Quijote de Oro gracias a unas instantáneas en las que capturó el arduo trabajo de las mujeres que se dedican al marisqueo.
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La alegría del barbanzano fue doble, pues también se alzó con el primer puesto en la categoría de reportaje documental. Las instantáneas galardonadas tienen un toque muy especial que se resume en algo aparentemente simple: cambiar el punto de vista.
En vez de sacar a las profesionales desde arriba, Pichero consiguió convertir su cámara en una especie de ser marino que las mira desde abajo apunto de ser atrapado por los aparejos que utilizan para trabajar: «Están feitas con cúpula submarina, sempre intento escoller ópticas distintas».
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Para poder encontrar estos ángulos imposibles es vital que el profesional conozca el día a día de estas mujeres, que se pasan horas metidas en el agua en busca de los mejores ejemplares.
Para ello, cuando empieza la campaña va con ellas hasta dos o tres veces por semana y durante el resto de la temporada suele acudir por lo menos una vez cada siete días: «Son un máis alí, ao principio algunhas miran ao obxectivo, pero despois empezan a faenar sen importarlles que a cámara estea alí».
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A diferencia de grandes figuras conocidas en la historia de la fotografía, como Ruth Matilda Anderson, una estadounidense que retrató la Galicia de los años 10 del siglo pasado, las imágenes de Pichero juegan con la baza de estar hechas por alguien de la zona que conoce perfectamente el terreno y como poner en valor lo que para muchos barbanzanos es una estampa diaria: «Aquí non nos impresionan, pero fóra alucinan coas mariscadoras».
Espontaneidad
Algo que también hizo alucinar al jurado fue la foto que Flora Iglesias hizo de una novia rianxeira mientras amamantaba a su bebé. Según explica la propia autora, la instantánea fue tomada minutos antes de la celebración del evento y fue fruto de algo espontáneo: el llanto de un niño que demanda alimento. El fondo, particularmente bello, son los cuadros pintados por el hombre que aparece al lado de la muchacha, su abuelo.
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La ribeirense admite que no se esperaba ser una de las galardonadas y que no suele enviar sus obras a premios nacionales de manera individual, sino que suele hacerlo bajo la firma de Lesmes, el estudio que regenta junto a su hermano Manuel: «Eu sempre fun máis tímida, recoñezo que a cámara sempre me serviu un pouco para esconderme».