
El presidente del Centro Empresarial da Construción do Barbanza analiza la situación de las empresas de la comarca en un contexto de carencia de personal
18 mar 2024 . Actualizado a las 10:23 h.Casi tres lustros. Ese es el tiempo que lleva José Dios Tomé como presidente del Centro Empresarial da Construción do Barbanza. La experiencia es un grado, por lo que no resulta difícil para el responsable de la entidad analizar las idas y venidas de un sector con muchas necesidades, pero también con muchas cosas que ofrecer al público.
—En este contexto de incertidumbre económica, ¿qué necesita la construcción?
—Lo que el sector necesita es mano de obra cualificada, es algo que venimos demandando desde hace muchos años. Hoy en día es muy difícil encontrar personas que quieran trabajar en nuestras empresas. Necesitamos profesionales que sepan qué hacer y cómo, no solo para ofrecer el mejor servicio, sino para poder aceptar los trabajos y realizarlos en las condiciones adecuadas de seguridad. No se trata de ver un saco de cemento en el suelo y pensar que hay que cargarlo a la espalda, sino ver que deben usarse las herramientas pertinentes.
—La falta de personal podría ser menor si entrasen a trabajar la mujeres, ¿cómo las animaría a hacerlo?
—Yo animaría a todas las mujeres que quieran a trabajar en este sector. En la construcción no buscamos hombre o mujeres, buscamos personas bien preparadas que sepan lo que están haciendo. Ahora las cosas no son como hace 30 años, en la actualidad no hace falta coger grandes pesos, así que da igual el físico que se tenga, lo importante en tener formación y tener una mente ágil.
—¿La falta de mano de obra provoca un encarecimiento de las obras?
—Eso es algo inevitable. Cuando hay poco movimiento en el mercado laboral los profesionales cuestan más dinero a las empresas, algo que repercute directamente en los presupuestos de las obras, que tienen que subir de precio. Es una pena que la gente no se interese por el sector, porque lo cierto es que cada vez se ofrecen condiciones y horarios mejores. Ahora mismo, un peón sin mucha formación, ya no te hablo de un capataz o de un jefe de obra, cobra como mínimo un sueldo mensual de 1.400 euros por llevar a cabo tareas básicas y sin carga de responsabilidad. Si hablamos de puestos con un poco de responsabilidad la cifra puede subir hasta los 2.000 fácilmente. Esto no es lo que la gente se piensa, puedes trabajar aquí unos años y después cambiar de profesión si te apetece.
—¿Qué medidas han tomado desde la organización que preside para mejorar la entrada de mano de obra joven en las empresas de la zona?
—Desde la organización llevamos años animando a los jóvenes a trabajar en la construcción. Además, colaboramos con el CIFP Coroso para la creación de una formación especializada en el sector y conseguimos que los chavales hiciesen prácticas en empresas de la zona. Nosotros estamos dispuestos a arrimar el hombro todo lo que sea necesario, pero lo que hace falta es una mesa en la que nos sentemos todos, tanto las diferentes Administraciones como los centros educativos y los empresarios, para buscar las alternativas adecuadas.
—En la economía todo es una cadena, si un área se hunde puede arrastrar al resto. ¿Es la gente consciente del peso que tiene la construcción?
—Cuando una empresa hace una obra no solo da trabajo a sus empleados, sino a un montón de negocios que viven de ofrecer servicios. De este sector bebe mucha gente, porque si no se construyesen casas, por ejemplo, se reducirían mucho las oportunidades laborales de profesionales como los arquitectos, los fontaneros o los electricistas. Al final tenemos que ser conscientes de que todo está conectado y de que las empresas crean riqueza.
«El intrusismo laboral no se va a acabar nunca»
Para José Dios, uno de los grandes retos del sector es conseguir concienciar a la sociedad de la importancia de dar la espalda al intrusismo laboral.
—La del intrusismo laboral es una de sus antiguas reivindicaciones, ¿piensa que alguna vez se acabará?
—Pienso que el intrusismo no se va acabar nunca. Yo no soy quien ni quiero quitarle a nadie el pan de la mesa, entiendo que cada uno hace lo que puede, pero este tipo de competencia no solo hace daño a las empresas. Cuando alguien contrata a una persona que no está asegurada se expone al peligro de que al trabajador le pase algo. A mí si me pasa algo me cubre el seguro, pero en esos casos quien se lleva el problema es el promotor. Además volvemos a lo de la economía conectada, las empresas necesitan ser contratadas para seguir generando puestos de trabajo y la gente necesita un empleo.
—¿Qué diferencia hay entre este fenómeno y la competencia desleal?
—El intrusismo laboral es algo bastante simple de explicar. Este tipo de situaciones se dan cuando un individuo cualquiera se pone a hacer una obra, por ejemplo, el muro de una casa . La competencia desleal, por otro lado, significa que te estás lucrando con una actividad que no estás autorizado para llevar a cabo.
—Hablando de las dificultades por las que atraviesa la construcción, ¿cómo está afectando en Barbanza la inflación?
—Por supuesto, la subida de los precios es otro factor a tener en cuenta, sobre todo en los últimos años. El coste de los materiales, el mantenimiento de los vehículos, la gasolina... todo se suma en contra de los beneficios de las empresas, que se tienen que apretar el cinturón.
—Desde que se convirtió en presidente en el año 2012 siempre ha apostado por la modernización. ¿Cómo ha avanzado la organización en este sentido?
—Tuve claro desde el principio que era importante modernizarse. Gracias a eso, en la actualidad podemos ayudar a las empresas en diferentes procesos. Ahora mismo podemos realizar la apertura de un centro de trabajo de manera telemática desde nuestras instalaciones. Esto es algo más importante de lo que parece para el sector porque abrir un centro de trabajo es obligatorio para todo empresario que quiera hacer una obra, ya que necesita tener las autorizaciones pertinentes. Al final es importante que los negocios tengan una organización detrás que les facilite este tipo de trámites.