«Ahora que el tren de cercanías vuelve a estar en candelero, ojalá este breve comentario encienda de nuevo la mecha de reivindicar un servicio ferroviario»
26 sep 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Desde hace algunos días se está hablando de trenes de cercanías, y hasta el catalán término Rodalies, aplicado a la red de ferrocarril de Cataluña, nos resulta familiar. Claro que hablando de cercanías, en los lugares en donde se implanta este sistema ferroviario, se requiere y busca una densidad de población importante que justifique su rentabilidad. Sin embargo, hay territorios que, al igual que sucede con las poblaciones insulares, necesitan ser atendidos, no solo por su densidad poblacional sino por su singular ubicación.
La orilla norte de Barbanza, que llegó tarde a casi todo, no tiene tren ni siquiera tranvía, al igual que la colombiana Santa Marta… Y ni se le espera, a pesar de tratarse de un corto trayecto como el necesario para unir la estación de A Escravitude con Ribeira.
Algunos pensamos que las empresas de los concellos de Barbanza —Rianxo, Boiro, A Pobra y Ribeira— ganarían en competitividad y a las personas les supondría un abaratamiento en su movilidad, si esta pujante comarca, cercana a los 100.000 habitantes, contase con una línea ferroviaria que la comunicase con el resto de Galicia y sobre todo con el resto de España.
Aún recuerdo las reiteradas y poco atendidas peticiones en prensa del periodista de Ribeira Ferio, corresponsal de la agencia EFE, a quien desde estas líneas quiero reconocer su avanzada idea para la implantación ferroviaria, cosa que no todos compartíamos y yo el primero, en no hacerlo.
Recientemente, en febrero del 2019, en sesión plenaria municipal, se aprobó una moción del grupo socialista de Ribeira, cuyo punto 2 solicitaba un estudio de viabilidad para la construcción de una línea de ferrocarril que enlazase Ribeira a la línea Santiago?Vigo.
A la vista de las ventajas de tal servicio y de la unanimidad de opinión, pensamos que la implantación del ferrocarril evitaría que poblaciones pujantes, con empresarios comprometidos y llenos de iniciativas, dejarían de sufrir el hándicap de estar radicados en el culo de saco de una península; con los inconvenientes que el transporte por carretera supone en cuanto a encarecimiento de las mercancías, obligando a las empresas a reducir los escasos márgenes comerciales a que ya les somete la globalización. Sin olvidarnos, por supuesto, de las dificultades para el intercambio laboral y del movimiento general de la población por razones lúdicas, médicas o de estudios.
Ahora que el tren de cercanías vuelve a estar en candelero, ojalá este breve comentario encienda de nuevo la mecha de reivindicar un servicio ferroviario que, si con los medios de décadas atrás parecía de difícil realización, ahora se trataría de una obra sin grandes dificultades para su puesta en servicio. Y me atrevería a decir que la inversión se recuperaría mucho antes que tantas otras obras menos necesarias para la economía y bienestar de una importante comarca.
Sirva esta opinión como refresco para seguir reivindicando una línea de ferrocarril para los concellos de Arousa norte… Algo así como nuestra particular Rodalies.