La destrucción de los cultos

Carme Alborés CON CALMA

BARBANZA

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Teléfonos móviles ANDY RAIN | EFE

Ahora los únicos dioses del hogar son los últimos gadgets tecnológicos

14 dic 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Leyendo a Cicerón o a Ovidio sabemos que los antiguos romanos tenían en sus casas, o domus, el lararium, un lugar con pequeñas estatuillas (lares, manes, penates) de sus dioses y antepasados; estos eran los espíritus protectores de sus hogares y a los cuales rendían un culto con diferentes ritos y ofrendas, este culto iba pasando de generación en generación.

 Yo todavía recuerdo en las casas de mis abuelos, ver en las paredes de la sala las fotos de mis antepasados, de color sepia o blanco y negro, enmarcadas en madera barnizada y reproducidas en un soporte de buen papel. Todos iban vestidos y calzados con sus mejores galas luciendo una pose digna y seria. También había pequeñas estatuas y estampas de los santos venerados por la familia, imágenes de la Inmaculada, algún crucifijo... Las casas eran, como las romanas, unos pequeños templos de culto y veneración, incluso de vez en cuando, de las casas vecinas nos traían una pequeña capilla de madera tallada, con una pequeña imagen a la que se le encendía una mariposa flotante en un vaso de aceite y se le echaba una moneda antes de pasársela a otros vecinos.

A diferencia de los romanos, donde el páter familias oficiaba en el lararium de sacerdote profiriendo jaculatorias, en nuestras casas eran sobre todo nuestras madres y abuelas las encargadas de proveerlas de fotos y santos, y de velar por su custodia. Hoy, en las casas modernas ya no se ven cuadros de los antepasados, ni imágenes religiosas. No sé dónde fueron a parar los cuadros de las familias, no sé qué hicieron con los motivos religiosos, puede ser que algunos quizá acabasen en algún rastro, pero desprovistos ya de culto.

Ahora los únicos dioses del hogar son los últimos gadgets tecnológicos, un sinfín de aparatos multifuncionales conectados a internet como teléfonos móviles, televisores, ordenadores de última generación etc. Lo que se viene llamando hogares inteligentes, pero con muchos peligros de seguridad para los usuarios.

Decía Ovidio: «A una inteligencia pervertida cualquier cosa la corrompe».