Salgan y miren

Ana Gerpe EL BALCÓN

BARBANZA

Varela

La diferencia entre tener que quedarse confinado en casa o disfrutar del derecho a transitar por las calles

17 mar 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Les invito a fijarse, cuando estén en cualquiera de las calles de la comarca, en la enorme cantidad de personas con dificultades de movilidad que encontrarán durante su recorrido. Son ciudadanos de todas las edades y condiciones. Algunos imposibilitados para dar un solo paso por sus propios medios, otros con andador, con muletas, bastón e, incluso, personas que sin llevar apoyos se observa claramente que cojean o no mueven las extremidades con desenvoltura. Hagan el ejercicio y puedo certificar que muchos seguro que se quedan sorprendidos. Otros, puede que por proximidad o por vivencia personal, esto lo tendrán más que observado.

Y viene todo esto a cuento porque yo ya he sido más ágil de lo que soy y hace solo unos días, en una calle de Ribeira, a punto estuve de caer. En algo había tropezado y al girar la vista comprobé que el traspiés había sido ocasionado por una loseta rota. Claro, es que yo iba mirando al frente en lugar de mirar al suelo. Un despiste arriesgado.

La accesibilidad no consiste en hacer que todas las calles sean de plataforma única, hace falta algo más. Ese algo más se llama mantenimiento. Baldosas rotas, tapas de registro que sobresalen o que están hundidas, aceras con roturas que a cada paso obligan a bajar a la calzada. Rampas demasiado pronunciadas, exceso de desniveles en las aceras, bordillos desiguales, baldosas separadas, levantadas, etc.

Todo eso también es accesibilidad y puede parecer un tema menor, pero supone para muchas personas la diferencia entre tener que quedarse confinadas en casa o tener el derecho de poder desplazarse por las calles de su pueblo.