Mitos y rascacielos

Gonzalo Trasbach
Gonzalo Trasbach (IN)SOMNIUM

BOIRO

01 may 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Caminamos entre brillantes rascacielos. Un viento que afeita la cara asciende desde River Side. Y recuerdas. Cuando eras estudiante nunca te habías imaginado lo tribal e interconectada que estaba la escena cultural norteamericana: todo el mundo se conocía. Todos follaban entre sí. Igual que cualquier movimiento artístico destinado a acabar en el museo. De hecho, los beats de los años 40 se habían acostado todos con todos en algún momento, en una cápsula convulsa de favores e intercambios como reliquias sagradas. Las reliquias se han convertido en sus verdaderas biografías. Allí, en Manhattan, has rememorado a muchos mitos de tu mocedad, aunque la mayoría ya están muertos.

Fue en el mismo West Central Park donde cayó abatido a tiros tu admirado John Lennon. Ocurrió un 8 de diciembre de 1980. Caía la noche sobre la gran manzana. El músico volvía a casa. A la puerta del Dakota Building, donde aún reside su viuda, Yoko Ono, Mark David Chapman asesinó al artista nacido en 1940 en Liverpool. Justo en frente, dentro del pulmón de Nueva York, se ha diseñado el Strawberry Fields, un jardín conmemorativo a Lennon que cuenta con más de 150 especies de plantas. En el suelo hay un mosaico circular con la palabra Imagine donado por la ciudad de Nápoles.

Unos metros antes del Dakota se alza el Majesty con sus dos torres gemelas. Además de haber sido la guarida de Lucky Luciano y sus esbirros durante la ley seca, en este edificio se rodaron numerosas películas, entre ellas la mítica La semilla del diablo, de Roman Polanski. Esto sucedió antes de que Manson liquidara a su mujer, Sharon Tate, y a su hijo nonato. En este filme, la protagonista femenina era una joven llamada Mia Farrow. Aún hoy en día hay mozas rubias que se cortan el pelo como la actriz. ¡Bellezas neoyorquinas!

En Central Park también durmió alguna noche otro mito. Este aún vivo, afortunadamente, aunque a su lado se han desplomado varios: Patti Smith. Recordé a la autora de Horses la noche que visitamos Times Square. Sabía que había trabajado en una librería próxima a la Quinta Avenida, Entonces, se me vino a la cabeza que, como a ella, nadie nos esperaba cuando aterrizamos en Nueva York. Mas todo nos aguardaba, miña nena. Y fue en Manhattan donde Patti conoció a Robert Mapplethorpe, que era de Long Island. La ahora veterana artista nacida en Chicago en 1946 aún sigue residiendo en esta alargada isla.

Fue en el verano de 1967. Entonces Patti y Robert sellaron una amistad que duró hasta la muerte del gran fotógrafo en 1989. Ambos vivieron una larga temporada en el Chelsea Hotel, donde compartieron espacio con Allen Ginsberg, Andy Warhol y su séquito. Era este hotel un refugio desesperado pero animoso para jóvenes con talento: guitarristas callejeros y bellezas drogadas. Poetas heroinómanos, cineastas arruinados... En sus aledaños, el sida comenzaba a hacer estragos... Hubo tantas esperanzas rotas, tantos lirios marchitos, cayeron tantas estrellas deslustradas del cielo sobre las callejuelas...!

Los rascacielos, casi todos, son hermosos. ¿O acaso son solo edificios empresariales? Tal vez son también momentos del espíritu arrogante del imperio, pero no solo expresión de la férrea voluntad metafísica de escape de la cultura norteamericana, de la fuxida hacia el oeste, en busca de la promesa de una tierra prometida que los libere de la pesadilla de la existencia. Habíamos visto en el Bowery lustrosas limusinas blancas y negras paradas delante de un club, mientras pasaban enormes 4x4 que parecían sofisticados carros de combate. Es otra cara de la vida en una Nueva York auténtica, furtiva, sensual, sobre la que al atardecer cae la luz de sus grandes pintores impresionistas abstractos.

Y se nos quedó atrás una institución musical por visitar, aunque anduvimos por sus costados: el Carnegie Hall, donde debutó Nina Simone en 1963. Sin embargo, sí vimos el mítico y vetusto Apollo de Harlem, por donde pasaron los más grandes del jazz y del blues, incluida Lady Satin: Billie Holiday.

Dicen que de algunos viajes ya no se vuelve. Que si regresas ya no eres el mismo, aunque pocos noten el cambio. ¿Nos habrá abierto los ojos y limpiado las miradas el viaje, miña nena querida?.