Cabo de Cruz, Praia Xardín, Abanqueiro y Escarabote dieron la puntilla a las celebraciones con divertidos cortejos fúnebres
20 feb 2024 . Actualizado a las 13:26 h.Los finales siempre suelen ser tristes, pero no es el caso de los carnavales de Boiro, donde sus vecinos quisieron despedir a lo grande los festejos con cuatro cortejos fúnebres que tuvieron de todo menos tristeza. Las risas y el buen ambiente fueron dos de los ingredientes que durante toda la jornada animaron varias parroquias del municipio, en el que ya desde las once de la mañana comenzaron a desfilar por las calles muchos vecinos disfrazados. La primera parada de este Domingo de Piñata fue en Cabo de Cruz, donde se le tenía que dar la despedida al Farruco.
La original marcha fúnebre era, como todos los años, una matraquillada, en la que los vehículos aparecieron engalanados con ramas, flores, guirnaldas o globos, y que, coincidiendo con la jornada de votaciones, realizó una caravana electoral. Encima de estos vehículos iban unos singulares personajes que llenaron de alegría toda la parroquia, y en uno viajaba el propio Farruco, que se pasó todo el día de fiesta antes de ser pasto de las llamas.
Sobre las 13.30, le tocaba el turno de celebración a los vecinos de Praia Xardín, que en lugar de un muñeco tenían que dar la despedida a una original Cunca. En realidad, se trataba de un cesto de mimbre recubierto de cinta adhesiva marrón que fue transportado en una carretilla de bar en bar hasta que, finalmente, acabó en la playa. Según explicó Alberto García, uno de los promotores de esta actividad, tradicionalmente en Boiro había tres entierros del entroido, en Cabo de Cruz, Abanqueiro y Escarabote, y hace diez años los vecinos de Praia Xardín quisieron festejar también el final de los carnavales con un cortejo fúnebre propio. «O que se fai é un pasabares no que están todos os veciños de Praia Xardín e logo se enterra a cunca no lugar onde se cre que naceu o lugar, a carón do río», señaló.
Por la tarde, la cita festiva tenía como escenario Abanqueiro, donde la última pareja de vecinos que se dio el sí quiero era la encargada de dar sepultara «o óso». Paula Souto y Miguel Vidal se casaron el pasado mes de septiembre, pero no residen en esta parroquia boirense, por lo que la celebración fue en la casa de los padres de él, en Triñáns. Hasta allí llegó la comitiva fúnebre para hacerle entrega de ese símbolo de los carnavales, que fue enterrado en la parte de atrás de la vivienda. Además de esta importante labor, la pareja agasajó a todos los presentes con bebida y dulces típicos de estas fechas.
Y por último llegó el turno de Escarabote, donde el protagonista era el Felipiño. El singular muñeco participó primero en un desfile por varias calles de la parroquia, para luego asistir a un singular responso y acabar siendo incinerado. Con este entierro se dio la puntilla definitiva a los carnavales de este año.