Darío Outeiral, el regreso de un elegido del voleibol en Cataluña

Christopher Rodríguez
Christopher RODRÍGUEZ RIBEIRA / LA VOZ

BOIRO

Darío Outeiral, con su mítico 11 en la casaca del Balàfia.
Darío Outeiral, con su mítico 11 en la casaca del Balàfia. MARIO GASCÓN

El líbero de Boiro ha vuelto a enfundarse las rodilleras de la mano del Balàfia Vòlei

06 ene 2025 . Actualizado a las 09:55 h.

Mencionar a Darío Outeiral (Boiro, 2000) en el pabellón de A Cachada supone poner la semilla a un sinfín de comentarios que prácticamente lo elevan a la categoría de mito local a sus 24 años. Criado en la cantera del Boiro Voleibol, desde bien pequeño fue un jugador distinto. De esos con facilidad para todo y de los que tiran la puerta abajo por si solos. El tiempo lo situó en el primer equipo, a medida que iba cosechando un sinfín de éxitos en las categorías inferiores. Sin embargo, el destino quiso que los caminos del voleibol y de Darío se separasen. Las mismas casualidades los han hecho confluir, cuatro años después, a casi mil kilómetros de donde se conocieron.

El líbero ha regresado a las canchas de la mano del Bàlafia Vòlei, equipo de Lérida, ciudad en la que actualmente reside. Se mudó a Cataluña por motivos profesionales y allí ha encontrado un hogar tanto en lo deportivo como en lo personal. Antes de esto, se labró una trayectoria envidiable en su localidad natal. Un bicampeonato de España de vóley playa y múltiples oros a nivel autonómico son tan solo algunos de los logros que obtuvo antes de colgar las rodilleras.

Lo hizo tras la temporada 2019-2020, en la que el parón por la pandemia derivó en el ascenso de su equipo, el Rotogal Boiro, a la máxima categoría nacional. Pese a ello, Outeiral decidió apartarse en lugar de disfrutar de la etapa de oro del club barbanzano. «Lo dejé por motivos laborales. Tomé la decisión durante las restricciones por el covid. Nos confinaron a todos y cuando se pudo salir otra vez seguí con mi trabajo. Apenas pensé en que ya no iba a jugar», comenta.

Tras esto, los devenires de la vida lo llevaron a Lérida, pero no fue hasta el 2024 cuando recibió la llamada que lo devolvió a primera línea: «Realmente fue una coincidencia. Conocí a un chico argentino que se llevaba con jugadores que habían estado en Boiro después de que me hubiese ido. Sabía que yo había jugado allí y habló directamente con la presidenta del Balàfia para que se pusiese en contacto conmigo». Dicho y hecho. Pasado un mes, Darío Outeiral era anunciado como nuevo jugador del equipo catalán.

Aunque en un principio la idea no le hacía demasiada ilusión, el boirense terminó cediendo y tampoco se arrepiente de haberlo hecho: «Al principio no me apetecía mucho volver, pero acabaron convenciéndome entre la presidenta, mi compañero y mi pareja. No lo tenía muy claro, aunque una vez puestos me entraron muchas ganas. Ahora hay que seguir».

A por el ascenso

El Balàfia milita esta temporada en Primera Nacional, la tercera división del voleibol español. El combinado descendió el año pasado desde la Superliga 2, una categoría que Outeiral conoce a la perfección debido a su recorrido en el Rotogal. Ahora, con su equipo segundo en la tabla, espera devolver al club de Lérida a la categoría de plata: «Lo que más echaba de menos era competir. Al final ganar siempre gusta. Es cierto que es una liga inferior a la que jugué en Boiro, pero hay equipos muy competitivos, sobre todo entre los cuatro primeros. El objetivo es clasificarnos para la fase de ascenso e intentar subir».

Cuatro años fuera de los terrenos de juego podían haber pasado factura a Darío Outeiral en términos de nivel, pero nada más lejos de la realidad. Apoyado por un grupo en el que domina el compañerismo, no tardó en adquirir el ritmo de todo el equipo: «Los primeros entrenamientos me costaron bastante, pero con el paso de los días ya volví a verme técnicamente bien. Es un club familiar en el que todos somos chavales jóvenes. Nos llevamos genial, somos una piña».

Darío Outeiral, en acción en un encuentro con el Balàfia Vòlei.
Darío Outeiral, en acción en un encuentro con el Balàfia Vòlei. MARIO GASCÓN

Pese a las facilidades, el boirense debe conciliar su faceta deportiva con su vida laboral. Trabaja de mecánico y ve el voleibol como una forma de finalizar el día dejando a un lado las vicisitudes del trabajo. «Al principio me marqué una rutina. Tengo jornada partida y nada más salir del taller voy a entrenar. Sirve para despejar la cabeza, a veces resulta algo cansado, pero se lleva bien», asegura.

Siendo de Boiro y con un pasado tan estrechamente ligado al Rotogal, resulta imposible hablar con Darío Outeiral sin preguntarle si es posible esperar su regreso a A Cachada defendiendo los colores del club de Barbanza. No se cierra puertas, pero tampoco concreta una posibilidad con la que desde la entidad se ha coqueteado en alguna ocasión: «No puedo decir que no. Puede pasar cualquier cosa».