Una oleada de robos de mariscos, botellas de vino y grandes cantidades de dinero sobrevuela Carnota: «Estamos abandonados e os delincuentes sábeno»

Christopher Rodríguez
CHRISTOPHER RODRÍGUEZ RIBEIRA / LA VOZ

CARNOTA

Un afectado por los robos en Carnota muestra la ventana por la que se colaron en su casa.
Un afectado por los robos en Carnota muestra la ventana por la que se colaron en su casa. MANUEL CANDAMO

Un goteo de allanamientos en negocios y casas a lo largo de las últimas semanas mantiene en vilo al vecindario

15 dic 2024 . Actualizado a las 19:27 h.

Preguntar en Carnota por ladrones es como abrir un libro de relatos. Capítulos concisos y con distintos protagonistas, pero todos alrededor de lo mismo. Un goteo de robos en domicilios y negocios mantiene en vilo al vecindario desde hace varias semanas. El objetivo de los delincuentes es dispar. Unas veces van a por productos alimenticios y otras a por dinero. En alguna ocasión acceden a bares y en las demás se cuelan en domicilios. Sea como sea, la preocupación ha ido creciendo entre los residentes y muchos ven su patrimonio indefenso de las manos ajenas.

Luis Sendón, del restaurante O Neixón, fue uno de los primeros en sufrir en sus carnes la oleada de robos. El hostelero relata que ocurrió de madrugada. Para acceder utilizaron una pata de cabra con la que trataron de forzar la puerta principal, aunque finalmente entraron por una ventana. Una vez dentro, cogieron todo lo que se le puso por delante. «Leváronse aceite de oliva, viño, lagostinos, zamburiñas, unha costeleta de 30 quilos, picaña e un abadexo», explica.

En el O Neixón uno de los objetivos de los ladrones fue su bodega.
En el O Neixón uno de los objetivos de los ladrones fue su bodega.

Lo suyo fue a finales de verano, pero ya entrado el otoño le tocó el turno a otro compañero del sector: Juanjo Traba, del bar O Cruse. Él tuvo algo más de suerte, ya que pese al empeño de los ladrones, una medida adicional de seguridad evitó que allanaran su local.

«Botáronlle bastante valor. Eu cheguei o luns para abrir e non fun capaz de entrar pola porta. Din a volta para mirar a de atrás e vin po no chan», describe el empresario. Fue ahí cuando descubrió el pastel. Alguien había cortado la manilla utilizando una sierra. Sin embargo, el que lo intentó no pudo completar el robo debido a un refuerzo de metal que posee la puerta por dentro.

Algo más que daños sufrió María del Carmen Otero en su cetárea. Según cuenta, el robo sucedió hace apenas un mes. Dice que pese a que cuenta con alarma en la nave en la que guarda el marisco, ese día no la encendió porque había poco producto en su interior. Sospecha que los ladrones llegaron en lancha aprovechándose de que ese día había marea alta y que su negocio está a escasos metros del agua.

El modus operandi de los protagonistas fue muy similar al de los demás casos que se han registrado a sus alrededores: «Arramblaron coa porta cunha pata de cabra. Entraron e colleron o que había. Tiñamos 40 quilos de centola e deixaron unha caixiña nada máis. Estes non veñen a roubar para comer, saben que todo o van a vender. Aquí estamos abandonados e os delincuentes sábeno, non teñen medo porque nós non podemos facer nada».

Ruidos nocturnos

Aunque a ella no le robaron nada, el susto de Marisol Rodríguez fue bastante mayor cuando escuchó ruidos extraños de madrugada en su casa de Lira. La mujer narra que corrían las tres de la mañana cuando comenzó a oír golpes dentro de su domicilio. Ante esto, ella se levantó y volvió a sentir un sonido, esta vez el de una puerta cerrándose: «Deberon de escoitarnos e marcharon. Non sabemos quen foi nin desconfiamos de ninguén. Non lles dou tempo a levarse nada, máis que nada foron os danos».

El último episodio de la retahíla de incidentes tuvo lugar el pasado viernes en un domicilio de Quilmas. El afectado, que prefiere mantenerse en el anonimato, denunció en la Guardia Civil de Muros la sustracción de una gran cantidad de dinero que tenía guardada en una caja fuerte.

«Durante toda a semana vin a dous homes deambulando no coche, aparcando cerca e dando paseos por diante da casa, controlando todo. Pasou sobre as sete da tarde. Forzaron unha ventá que teño pola parte de atrás», dice el propietario de la vivienda. Cree que los responsables no son vecinos de la localidad, a la vez que reclama más vigilancia en los alrededores para disuadir a los delincuentes.