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Adiós a un político de pueblo

Ramón Ares Noal
Moncho Ares RIBEIRA

MUROS

SIMÓN BALVÍS

Crónica | Celestino Formoso Vidal La muerte se llevó las ilusiones del regidor de Muros que asistía con satisfacción al inicio del despegue de un municipio históricamente olvidado por las instituciones

14 jun 2004 . Actualizado a las 07:00 h.

Me gustan los alcaldes de pueblo. No, no es un término peyorativo, porque los políticos de pueblo tienen más mérito que los que nos restriegan cada día por las televisiones. Celestino Formoso Vidal era, ante todo, alcalde de pueblo, de su pueblo, de Muros. Como tenía al partido en un nivel secundario, se lo rifaban todos, de ahí que cada poco surgiera el comentario de que se pasaba aquí, o allá... pero siempre estuvo ahí, consecuente consigo mismo y con sus paisanos, al servicio de Muros. La cruz que soportan los políticos de pueblo son los desagradecimientos. Tanta es la proximidad a los suyos que cualquiera se considera legitimado para cuestionarlos, amenazarlos e incluso vituperarlos. Celestino Formoso, Ito , aguantó estoicamente al frente de un Concello complicado, tras tomar el relevo de Xosé Lago Hermida, a consecuencia de otra desgracia. Tuve la suerte de estar con él recientemente. No niego que me confesó sentirse decepcionado con el resultado de las elecciones municipales. Lo dijo con el tono bajo y la tranquilidad que siempre reinó su semblante (¿cómo es posible que padezca del corazón alguien que rebosa paz?). Relató con pleno convencimiento que las urnas habían sido injustas. Tenía razón Perdonen que le dé razón y rompa la obligada objetividad. Porque Ito no hablaba de lo hecho, sino de lo conseguido tras muchos años de olvido institucional. Muros se prepara para su despegue y él no lo verá, aunque se fue convencido de haber cumplido con su deber. Habló en aquella conversación de la mejora de las vías de comunicación, del polígono industrial y otros muchos proyectos que ya están en camino, ni siquiera son programa. Estaba preocupado por su corazón, pese a que el cardiólogo le dio todas las esperanzas, si se cuidaba... y anda si lo hacía. A la primera de cambio, dejó los quilos que le sobraban y se obligó a ser más activo. Ganó afición a los caballos y hacía largos recorridos por los montes acompañado de amigos unidos por el cariño al mismo animal. Precisamente una reciente caída le obligó a echar mano de las muletas con las que se veía últimamente. Tuvo la virtud de dedicarse a la cosa pública sin desconectar de los suyos, aspectos ambos difíciles de conjugar en la sociedad actual. Y estaba entusiasmado con la casa familiar, una atalaya sobre la ría que amplió recientemente y que ofrece un aspecto inmejorable. Virtudes Se fue con 48 años. Ya se conoce el dicho de que cuando alguien fallece sólo salen a relucir sus virtudes. ¿Qué quieren que les diga? Celestino Formoso era una buena persona que cuando daba sus primeros pasos en el mundo de la política se encontró con la alcaldía de Muros tras el triste fallecimiento de su predecesor, su padre político, Lago Hermida. El tiempo le dio experiencia, sabiduría y capacidad para comprender al pueblo. Le ocurrió algo así como a los niños huérfanos que de repente se encuentran con el mundo cuando su cabeza aún no sobresale de la mesa de la cocina. Se fue un gran hombre, una bella persona, un buen alcalde... un generoso político de pueblo.