Miguel Montero, el bombero del GES de Muros que buscó vida entre los escombros de Turquía

Celia Riande García
celia riande RIBEIRA / LA VOZ

MUROS

CESAR QUIAN

El experto en rescates trabaja con perros adiestrados para encontrar a personas atrapadas

27 feb 2023 . Actualizado a las 10:13 h.

Hay quienes nacen con una clara vocación por ayudar a aquellos que se encuentran en apuros, aunque esto conlleve arriesgar la vida en el intento. En el caso de Miguel Montero, bombero del GES de Muros, su trabajo en el grupo de emergencias se acabaría viendo complementado por sus años de formaciones y salidas con un único objetivo: el rescate de personas.

Su último gran viaje fue a la ciudad turca de Adiyaman, donde trabajó de forma incansable para tratar de encontrar a los supervivientes de un terremoto que sacudió Siria y Turquía gravemente. Lo hizo acompañado de otros once compañeros que, como él, forman parte de la oenegé Intervención, Ayudas y Emergencias.

La presencia de la expedición de especialistas lograría sacar de los escombros a tres personas antes de que Miguel Montero, agotado y profundamente afectado por todo lo vivido en la ciudad turca, pudiera ser homenajeado por Inés Monteagudo, alcaldesa del municipio muradano, con un pin de oro del Concello y un reconocimiento público por su arduo trabajo.

«La vuelta fue muy dura emocionalmente. Fueron muchas vivencias, muchas emociones, sentimientos e imágenes. Toca procesar todo lo vivido», admite Miguel Montero, quien apenas contó con dos días para reincorporarse a sus múltiples facetas laborales.

Un largo camino

En cuanto a sus comienzos, el bombero siempre tuvo claro cuál era su llamada, a la que dedicó muchos años de su vida: «Entré por oposición en el 2013, y a partir de ahí me empiezo a formar en varias especialidades. Me gustaba mucho el tema de la excarcelación en accidentes de tráfico y el rescate en ríos, barrancos y estructuras colapsadas y comienzo a realizar formaciones por todo el territorio nacional, hasta que me ofrecieron homologar los cursos mediante la Academia Gallega de Seguridad Pública, a través de Bombeiros de Galicia».

Sería entonces cuando la vida de Miguel Montero daría un giro: «Hace unos cuatro o cinco años, a raíz de una búsqueda de una persona desaparecida en nuestra zona, veo trabajar a perros de rastreo y concluyo que es algo que me gusta, un mundo que querría explorar».

Sus deseos se harían realidad al conocer a Miguel Carvajal, un profesional que marcaría el rumbo del bombero de Muros: «Tuve la suerte de conocer a quien formó y llevó el grupo de búsqueda de A Estrada, que ya no existe, pero estuvo trabajando durante muchos años, y que supone una eminencia en su campo. A partir de ahí, empieza a enseñarme el trabajo con perros».

En cuanto a este tipo de adiestramiento, Miguel Montero lo señala como una labor «esclava» pese a la pasión que siente por el: «No solo es entrenar al animal en esa modalidad, sino que hay que hacerlo en obediencia, conseguir que tenga la cabeza bien organizada, que sea sociable, y prepararlo para la misión específica que vaya a cubrir el perro. Supone tres o cuatro días por semana en la unidad y algunos de esos días, jornada completa».

Trabajo humanitario

Es precisamente en el proceso de las distintas formaciones que realiza en este campo, cuando conocería a otra persona clave en su camino: «En una de estas, apareció Moisés, el fundador de la oenegé para la que colaboro, que lleva veinte años funcionando con perros de grandes áreas y escombros. Venía a formarse y nos hicimos amigos. Me ofrecieron montar la delegación de la organización y unidad canina y el grupo de localización y rescate en Galicia».

Así comenzaría Miguel Montero en una entidad cuya misión principal son las salidas internacionales, habiendo prestado ayuda humanitaria en Haití, Nepal o Turquía.

Ahora, tras haber dedicado diez años de su vida a distintos campos relacionados con el rescate y la ayuda humanitaria, el bombero tiene claro cuáles son los fuertes y los aspectos más duros de su trabajo: «lo peor son, quizás, las imágenes que tenemos que ver a veces, sobre todo el caso de niños pequeños. Lo más gratificante es que, dentro de toda esa desgracia, puedes ayudar. Sacar a una persona que lleva atrapada varios días y que vea nuestras caras, supera cualquier cosa».